Neptalí Carpio

Acción Popular en el pantano

Una “federación de independientes” que vive de las rentas políticas del pasado

Acción Popular en el pantano
Neptalí Carpio
09 de julio del 2020


Si el partido político Acción Popular quiere ser una opción triunfante el 2021, está haciendo todo para no lograrlo. Peor aún cuando sus precandidatos –Raúl Diez Canseco, Alfredo Barnechea, Yonhy Lescano– no dicen esta boca es mía frente al papelón que viene haciendo su bancada en el Congreso. No existe ningún indicador, a la fecha, a tenor de la performance del presidente del Congreso, Manuel Merino, de que el ya longevo partido de Paseo Colón sea una alternativa de gobernabilidad y de cambios consistentes, en un nuevo periodo de Gobierno, sobre por los graves efectos de la actual crisis sanitaria. 

Cierto es que en el actual enfrentamiento le cabe una responsabilidad central al presidente Vizcarra, por haber subestimado la necesidad de tejer relaciones adecuadas con las bancadas del Congreso. Por ejemplo, se sabe que, a inicios de la labor de la actual representación, Merino intentó acercarse a Palacio de Gobierno, buscando niveles de coordinación sostenida, pero fue casi ninguneado. Sin embargo, eso no puede ser un pretexto para que la bancada de Acción Popular, conformante de un partido de alta tradición y con tres gestiones de Gobierno nacional, no tenga la sapiencia para superar el comportamiento errático de su bancada, o dejarse llevar de la nariz por otras con iniciativas nada santas.

Surgen entonces algunas preguntas. ¿Existe una dirección política nacional en ese partido? ¿Qué peso político tienen los precandidatos a la presidencia en las decisiones de la bancada cuando saben que, si las cosas siguen como ahora, la pésima actuación del Congreso es la mejor manera de no tener ninguna opción el 2021? Salvo que algún acciopopulista justifique este comportamiento de la bancada bajo el manto de la ideología del “Perú como doctrina”, algo así como respaldar todo lo que diversos grupos de interés propongan so pretexto de que son justas demandas del pueblo. 

Una cosa diametralmente opuesta hubiera ocurrido si Acción Popular y su bancada tomaban la decisión de priorizar una alianza con el Partido Morado, cuya bancada es la que mejor coherencia exhibe, con una actuación funcional a las orientaciones programáticas de esa agrupación. Ese binomio Acción Popular - Partido Morado no solo hubiera permitido una agenda legislativa más coherente, con una propuesta reformista en diversos ámbitos, también hubiera facilitado una adecuada relación con el Gobierno de Vizcarra, conformando otro tipo de coalición.

Pero parece que la bancada de Acción Popular buscó ganar a como dé lugar y a cualquier precio la Mesa Directiva del Congreso, sin percatarse de que en realidad no estaba haciendo una alianza con partidos coherentes, sino con grupos de intereses que representan a universidades no licenciadas, a sectores que buscan impunidad y otras opciones puramente mercantilistas. Acción Popular tienen que pagar ahora los costos de la acción nefasta de Omar Chehade en la dirección de la Comisión de Constitución, haciendo el ridículo, y de otras iniciativas que responden a los intereses nada santos de otras bancadas. 

El viejo partido del paseo Colón está atrapado en las aguas movedizas de una coalición variopinta, que no tiene ningún interés en realizar una verdadera reforma política, proponer cambios sustanciales en el ámbito de la economía ni reformar diversas instituciones de la república, una tarea que requiere alta calidad de producción legislativa. Acción Popular, de no mediar un cambio sustancial en el comportamiento de su bancada, puede así capitalizar los efectos de un Congreso chabacano, mediocre y populista. Y no hay mucha diferencia entre un Congreso que tolero la corrupción y promovió la impunidad, como el anterior, con una representación que a la larga quiere mantener las mismas reglas de juego de un sistema que ha fracasado. Las valiosas excepciones, como haber aprobado la prohibición de candidatos sentenciados en primera instancia por actos de corrupción o de otra índole, se verán totalmente disminuidas por otro tipo de comportamientos que dominan el balance del actual Congreso. 

Es muy probable que, este comportamiento de Acción Popular tenga que ver con una crisis orgánica interna más profunda, con consecuencias, incluso legales, a tal punto que ese partido se ha visto imposibilitado de recibir los fondos económicos que le corresponden de conformidad con la ley de partidos políticos o con el hecho que el local de Acción Popular del paseo Colón no sea de propiedad del partido, sino de terceros, lo cual agudiza la situación. En la propia gestión de los alcaldes de Acción Popular, a nivel nacional, no se nota una conducción homogénea de ese partido. Los alcaldes en realidad responden no al partido, sino a diversos grupos, muchos de los cuales están metidos en graves casos de corrupción. El cosmético prestigio que exhibe, Jorge Muñoz, en la alcaldía de Lima, no es fruto de una gestión visionaria y de grandes cambios, sino de la tolerancia de gran parte de los medios de comunicación, ocultando sus graves falencias. 

¿Puede revertir Acción Popular este comportamiento errático de su bancada parlamentaria? A ocho meses de las próximas elecciones presidenciales si es posible un viraje, lo cual implicaría priorizar otra agenda legislativa, a riesgo incluso de quedarse en minoría, porque muchas veces se puede ganar para perder. La experiencia política muchas veces demuestra que a veces una bancada puede quedarse en minoría, pero garantiza y salvaguarda la coherencia de un partido de prestigio. Pero un cambio en materia de agenda legislativa, no solo supone modificar las alianzas en el Congreso, sino tener la calidad de parlamentarios, asesores, orientación política para distinguir entre aquello que debe ser aprobado y aquello frente a lo cual es preferible votar en contra. Por ejemplo, ¿alguien sabe cuál es la propuesta de Acción Popular en temas como la reforma de pensiones; la descentralización del país; la reactivación económica o la política tributaria? Creo que nadie, ni sus propios candidatos presidenciales. 

Dicen que el éxito de un partido político, luego de tener un buen programa, un ideario y una forma de organización es tener un Estado Mayor, es decir un núcleo de dirección nacional compuesto por unos 15 o 20 dirigentes con alta capacidad de liderazgo, de tamizar un lenguaje común de un partido y de resolver situaciones críticas como la actual. En su mejor momento, Acción Popular tuvo esa talla de dirigentes, a manera de un estado mayor, con Fernando Belaunde, Alva Orlandini, Gastón Acurio, Valentín Paniagua, Manuel Ulloa, Sandro Mariátegui; Ricardo Monteagudo, Manchego Bravo, entre otros. Pero ahora, ese estado mayor no existe. Por lo tanto, ese es el principal talón de Aquiles de esta agrupación. 

Como muchos perciben, Acción Popular, por ahora es más una “federación de independientes”, que sigue haciendo política viviendo de las rentas políticas del pasado y con pre candidatos que se comportan más como enemigos, que amigos o adversarios, como se puede observar en las propias redes sociales y en las conversaciones con amigos acciopopulistas. Y no creo que esa sea garantía de ganar una elección y, menos, de ofrecer un gobierno coherente. Y, es que, una cosa es ganar la alcaldía de Lima, por circunstancias casi fortuitas y, otra muy diferente, es alcanzar el sillón de Pizarro.

Neptalí Carpio
09 de julio del 2020

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