Heriberto Bustos
A río revuelto, ganancia de pescadores
Hemos ingresado a una coyuntura política incierta y complicada

Los resultados de las elecciones complementarias del 26 de enero, constituyen una oportunidad para sacar algunas lecciones de un acto cívico que expresa, en gran medida, la voluntad de los ciudadanos. Y con mayor razón cuando emerge como secuela de la confusión ideológica e inestabilidad política vivida en el periodo de gobierno Kuczynski-Vizcarra. Importa recordar que no siempre la mayoría tiene razón, pues ocurren situaciones en que los pueblos se equivocan, y muchas veces con terribles consecuencias, lo que parece haber ocurrido.
Veamos algunos efectos. Para quienes apostaron por el debilitamiento de la institucionalidad democrática autoproclamándose representantes de los oprimidos, el desenlace tiene sabor a miel ajena, pues Juntos por el Perú y Frente Amplio sumaron tan solo 17 escaños (tres menos que en el 2016); y en otro carril, muy cercano en comportamientos, el Partido Morado aporta nueve “combatientes”, dejando a la zaga a los pepekausas, quienes –identificados con el nombre Contigo y prometiendo la revolución inteligente– terminarían siendo ignorados.
Hay un dicho que señala que “tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”. Y así fue, el constante asecho al Legislativo por la prensa de Odebrecht y el propio Gobierno, culpándolos de las desgracias del país, fue gestando descontento y promoviendo odio hacia los partidos políticos, generando una especie de “caldo de cultivo” para el acrecentamiento de posiciones sumamente radicales, que al ser prohijados por un vientre de alquiler con la marca de Unión Por el Perú, ha de posibilitar la elección de 17 congresistas. Algo inesperado se suma a este exabrupto electoral, me refiero al éxito del Frepap, con 16 representantes; así como Podemos Perú, con 10 parlamentarios, cuyo dueño se encuentra procesado judicialmente
Sobre Acción Popular, Alianza Para el Progreso y Fuerza Popular no hay mucho que decir, salvo rescatar la presencia y crecimiento de los dos primeros y la sobrevivencia (después de tanto palo) del tercero. Sí resulta preocupante la ubicación del Partido Aprista Peruano, el Partido Popular Cristiano y Solidaridad Nacional, organizaciones políticas añejas que fueron ignorados no solo por la población, sino por sus propios militantes.
Como consecuencia de lo señalado, habríamos ingresado a una coyuntura política incierta y muy complicada para el funcionamiento de un Congreso sin mayoría determinada. Es de imaginar que ante la ausencia de posiciones ideológicas y políticas claras, acompañados de perfiles personales de los elegidos que aseguren el adecuado desempeño de sus funciones, asistamos a espectáculos imprevistos y poco favorables para el asentamiento de la democracia y desarrollo del país.
¿Qué lecciones emergen de los resultados?: un primer aspecto a mencionar es que el voto estuvo orientado al reconocimiento de tal o cual candidato, importando poco o nada los principios o fundamentos políticos de los partidos. E en segundo lugar que la intención de ubicarlos en posiciones de izquierda o derecha no tuvo mayor incidencia, como si la tuvo vincularlos con la corrupción, tarea que cumpliera un sector de la prensa al sindicar a los fujimoristas y apristas como responsables de los males del país. En tercer lugar se evidencia un distanciamiento de la población con los partidos políticos y la exigencia de su renovación. En este escenario habrá “ganancia de pescadores”, siendo el Ejecutivo el primer beneficiado.
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