¡A mi profesor con admiración!

Este jueves 18 tuve la oportunidad de asistir a un evento académico en el que nos encontramos un grupo de exalumnos de Jorge Cortez Cumpa, profesor de decenas de promociones de estudiantes de Economía de la Universidad del Pacífico, la Universidad San Ignacio de Loyola y la Universidad ESAN. El profesor Cortez nos dictó Matemática para economistas y Econometría, los cursos más difíciles de la carrera de Economía, entre sexto y séptimo ciclo. Era un reto pasar estos cursos “a la primera”, y más aún con buenas notas.

Jorge dio las palabras de bienvenida en ESAN, en un evento en el que algunos de sus exalumnos nos reunimos para hablar de la informalidad y su impacto en las pensiones. Jorge llegó con las manos teñidas de verde por la tiza que él usa para dictar sus clases. Y con la sencillez de siempre, nos hizo recordar la importancia de ser agradecido. Empezó su breve discurso recordando la importancia que tuvo en su formación académica el profesor Carlos Boloña, quien había fallecido el día anterior.

Jorge me hizo recordar algo muy importante: es difícil juzgar la vida de una persona, pero es un deber ser agradecidos con aquellas personas que marcaron nuestra vida. Y así como Jorge reconoció las capacidades y el aporte al desarrollo del país que tuvo el profesor Boloña —al margen de los errores que pudo haber cometido—, yo quisiera agradecer públicamente al profesor Cortez por sus enseñanzas y por su profunda calidad humana.

Jorge no solo nos enseñó lo más avanzado en los cursos matemáticos especializados más importantes de la carrera, sino que nos retó a dar lo mejor de nosotros para salir adelante. Fuimos, luego de llevar el curso, Elke y yo, las primeras jefes de prácticas del curso de Econometría I en la Universidad del Pacífico. Y fuimos, como mujeres, pioneras, gracias a la confianza de Jorge en nosotras.

Ese acto de fe en las primeras mujeres jefes de prácticas de Econometría I, del profesor más respetado del curso a nivel nacional, nos marcó completamente. En particular me hizo creer que mi condición de mujer no era ni sería una limitante para salir adelante porque la capacidad y el esfuerzo sí eran reconocidos.

Gracias, Jorge; gracias, profesor Cortez. Y que sea este agradecimiento el de miles de alumnos que tuvimos el enorme privilegio de ser tus discípulos, de tenerte como profesor. Gracias inmensas por tu dedicación y entrega, y por tu maravillosa capacidad para descubrir en nosotras potencialidades que tal vez no hubiésemos sido conscientes de poseer.