A cazar ratones

En una semana los peruanos recibiremos el bicentenario de la independencia de nuestra patria, con nuevos rostros al frente de la administración del Estado, que en cinco años tendrán que demostrar que, tal como dijo alguna vez Den Xiaoping: “saben cazar ratones”. Son tiempos difíciles para todos, y se requerirá de claridad en los mensajes y hechos concretos, dado que a la emergencia sanitaria –generada por la pandemia mundial del coronavirus– se suma también la garantía de las libertades económicas y de expresión, que en este momento preocupan a muchos hombres y mujeres que ejercemos el periodismo. 

Son muchas las tareas, y es improbable que se cumpla con todo lo que se desea. Y eso lo saben quienes tuvieron experiencia de gobierno; por eso nuestro país requiere de medidas inmediatas. Una Asamblea Constituyente, una nueva constitución política, más referéndums y reformas, creer que se ha llegado para refundar el Estado y a descubrir la pólvora, o pretender una sucesión en el poder de tipo conyugal, más persecuciones, empapelar a los medios de prensa… todo eso solo significaría repetir una fórmula del pasado que nos ha costado años a todos nosotros. Así simplemente no avanzamos.

Mientras se persiste en el debate ideológico, se pierde tiempo valioso que podría emplearse en la puesta en marcha y para terminar las obras públicas que quedaron en promesas por parte de anteriores autoridades, que cuando estaban en el ejercicio de sus funciones esperanzaban al país con la construcción de un sinnúmero de colegios y hospitales que nunca llegaron. Solo la realidad puede demostrar la eficacia o no de una ideología. Y antes de cualquier ensayo, lo mejor será revisar la historia. La historia es una buena consejera. 

La imagen de una madre persiguiendo a un presidente por las calles de Arequipa, así como la revelación del Vacunagate, fueron los momentos cumbre de la más alta indolencia. Eso tampoco puede repetirse.

Las expectativas son grandes, y nuestro país tiene que recuperar el tiempo perdido. Por ello, siguiendo una vez más lo dicho por Deng Xiaoping, más allá del color del gato, al transcurrir cinco años veremos si realmente el gato atrapó o no a los ratones.