Carlos Sotomayor

¿Quién teme a Keiko Fujimori?

¿Quién teme a Keiko Fujimori?
Carlos Sotomayor
23 de mayo del 2016

Reflexiones en torno a la candidata de Fuerza Popular y la posibilidad de ganar las elecciones

No odio a Keiko Fujimori. Al contrario, mis sentimientos hacia ella, en parte, podrían ser de cierto respeto. Se requería valor, creo, para quedarse en el país cuando la pradera se incendiaba tras la fuga –y renuncia vía fax– de su padre. Sus hermanos la tuvieron fácil, estaban fuera. Ella se quedó y se enfrentó con el repudio en su más alto nivel. El tema, entonces, no transita por odios y enconos, como los seguidores fujimoristas suelen alegar insistentemente.

Nunca he llamado –ni escrito en ningún lado– corrupta a Keiko Fujimori. No, en absoluto. El corrupto fue su padre, el que ahora paga sus delitos y crímenes con toda justicia en la cárcel. ¿Es Keiko su padre? ¿Es responsable de lo perpetrado por Alberto Fujimori solo por ser su hija? No, evidentemente. Los hijos no deben cargar con las culpas de los padres. Lo que sí deben hacer es deslindar con ellos. Si Keiko Fujimori hubiera emprendido un proyecto político completamente renovado, con el fin idílico de limpiar su manchado apellido, la cosa sería distinta. Si ella se hubiera pronunciado enfáticamente en contra de los delitos (no errores) y crímenes de su padre, condenándolos y repudiándolos, quizás ya tendría mi voto.

Sin embargo, todo apunta a lo contrario. Lo cierto es que el movimiento que lidera, Fuerza Popular, es el mismo que su padre creó y que le sirvió de aparato político para consolidar su poder en los noventa. Movimiento camaleónico que aunque cambie constantemente de nombre (Cambio 90, Perú 2000, etc.) resulta siempre el mismo, con los mismos personajes de estirpe autoritaria. ¿Qué nos puede hacer creer que el escenario será distinto en caso de llegar a la presidencia? Lo novedoso será que no requerirán de un 5 de abril, pues tiene mayoría en el Congreso. Y ya el fujimorista Becerril se encargó de adelantar que ellos no tienen por qué consensuar con nadie.

Cómo evitar creer –mal pensado que soy– que el objetivo primigenio de llegar al poder es liberar de la prisión a Alberto Fujimori. Cómo no pensarlo si la congresista Chacón dijo que espera que el ex presidente salga por la puerta grande. Cómo no pensar que podrían caer en los mismos vicios autoritarios, dictatoriales si acompañan a Keiko los Aguinaga, Chávez, Salgado, Trelles, entre otros. Algunos desde el Legislativo y otros, por qué no, desde el mismo Ejecutivo.

Entonces, no es verdad aquella tonadita que repiten todos los fujimoristas, que es el rencor y el odio a Fujimori el que mueve marchas como la “Anti Keiko”. Muchos como yo no caemos en la descalificación antojadiza de Keiko. Lo que nos preocupa no es Keiko, es el fujimorismo partidario, el mismo que sediento de poder total cerró el Congreso y copó todos los poderes, hasta la prensa (con sobornos de por medio: allí están los vladivideos). Ese poder absoluto con el que se embriagaron y pisotearon el sistema democrático. Esos mismos ahora están por regresar. Y darle el voto a Keiko sería como legitimar la dictadura.

PD. Muchas cosas se han dicho acerca de la presunta investigación por lavado de activos que realizaría la DEA. Más allá de eso, la situación de Joaquín Ramírez, mano derecha de Keiko, debería aclararse. No es solo dar un paso al costado, como ha hecho, debe haber un deslinde más claro de la misma Keiko Fujimori.

 

CARLOS M. SOTOMAYOR

 
Carlos Sotomayor
23 de mayo del 2016

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