Rocío Valverde

Marcha multitudinaria anti-Brexit

Ante la cercanía de la fecha de salida de la UE

Marcha multitudinaria anti-Brexit
Rocío Valverde
22 de octubre del 2018

 

El murmullo se hizo avalancha el sábado 20 de octubre cuando más de 600,000 personas inundaron las calles de Londres. La marea azul y dorada ha decidido hacer oír la preocupación colectiva con el canto de “Bollocks the Brexit” resonando en todas las esquinas de la Plaza de Trafalgar. Con esta manifestación la propuesta de un segundo referéndum ya no parece tan lejana.

Aún recuerdo bien la mañana del 24 de Junio de 2016, cuando el Reino Unido cambió en unas cuantas horas. Los europeos sintieron que sus vecinos habían votado para que se fueran del país, y los jóvenes británicos miraban con sospecha a los que pensaban eran dulces e indefensos ancianitos. La extrema derecha se sintió reforzada con el voto del 52% que eligió separarse de la Unión Europea, sabiendo que fue un voto en contra de la inmigración.

Los remainers fueron calificados como remoaners, quejicas y malos perdedores. Y quizás el sobrenombre llevaba algo de verdad en los meses siguientes de la elección. El camino no iba a ser de rosas, al ganar un referéndum con un margen de 3%; pero eso era algo que los conservadores debían enfrentar. Con el tiempo apremiando, una gran parte del electorado que votó por quedarse en la Unión Europea decidió apoyar a Theresa May en lo que serían unas duras negociaciones con los 27 jefes de Estado. La actitud británica de “mantén la calma y sigue adelante” se impuso y esto envalentonó el discurso de la ministra, que a inicios de este año hacía campaña por un Brexit duro.

El Reino Unido se fijó como fecha de salida el 29 de marzo del 2019, una fecha imposible para lograr acuerdos incluso más descabellados. Esta semana fueron los vellos de los británicos los que se erizaron al verse sorprendidos por un llamado extraordinario de la ministra al parlamento británico, antes de llevarse a cabo la cumbre europea en la que, según los planes trazados por el Gobierno de May, se debería haber alcanzado un acuerdo sobre la salida británica. Los cuchicheos de un no-acuerdo y una posible frontera dura entre las dos Irlanda han convertido al Reino Unido en un cuadrilátero de boxeo donde Theresa May tiene que enfrentar, además de su partido, a sus socios del DUP y la oposición parlamentaria. En una esquina del ring la maltrecha ministra no tira la toalla e insiste en que un no-acuerdo es mejor que un mal acuerdo.

Lo concreto es que en dos años los europeos y los británicos residentes en Europa han estado en un completo limbo sin saber qué ocurrirá con sus pensiones, sus estatus de residencia y el acceso a la sanidad pública. Los europeos están llevando a cabo su propio plan de salida y abandonan el Reino Unido cansados del clima de desconfianza y al ver cómo la libra esterlina se acerca al borde del precipicio. Lo real es que el Reino Unido ha perdido a la Agencia Europea de Medicamentos, y las farmacéuticas están sacando sus almacenes de Inglaterra, llevándose una gran cantidad de contratos y puestos de empleo. Lo claro es que ni Europa ni el Reino Unido están preparados para un no-acuerdo.

Theresa May ha repetido, por activa y pasiva, que un segundo referéndum sería terrible para la democracia británica, porque esto sería una traición al voto de la gente. Casi 700,000 personas han salido a decirle que escuche a la calle, porque el apocalipsis político se ha hecho realidad. Los británicos exigen voz y voto en el acuerdo con la Unión Europea.

 

Rocío Valverde
22 de octubre del 2018

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