Daniel Córdova

Fin de un gobierno tecnocrático

Fin de un gobierno tecnocrático
Daniel Córdova
06 de julio del 2016

Un balance equilibrado del gobierno de Ollanta Humala

El gobierno de Ollanta Humala no ha sido malo, tampoco ha sido bueno. Ha sido mediocre en el sentido objetivo de la palabra. La Gran Transformación nos quería llevar al abismo chavista, ese que ahora observamos horrorizados en Venezuela. La Hoja de Ruta fue una manera de decirnos que la pareja presidencial iba a dejar la gestión de lo económico a “quienes saben”, a los tecnócratas. Del mismo modo, los programas sociales se manejaron “técnicamente”. Por lo demás, se aseguró la libertad de expresión y la independencia de poderes (con vacíos siempre cuestionables en nuestro país).

El resultado, pues, ha sido mixto, como el de los gobiernos anteriores.

Una entidad multilateral regional sugirió al primer Ministro de Economía. Este hizo equipo con la primera dama y se convirtió en una suerte de premier para asuntos económicos. Se logró mantener la estabilidad macroeconómica y pasar alguna reforma de relevancia, de corte administrativo (la ley Servir); pero sobretodo se resistieron los embates populistas de Palacio y del Congreso. Varios de los ministerios hicieron un trabajo correcto.

La crisis internacional tuvo un efecto negativo sobre el crecimiento; pero, la verdad sea dicha, el gobierno poco o nada hizo por impulsarlo. La inversión pública y privada se empezó a desacelerar desde 2012, hasta caer en los años 2014 y 2015. Asimismo, tres años de superávit fiscal fueron seguidos de tres años de déficit. Y la deuda pública empezó a crecer nuevamente. Entre tanto, la informalidad se mantuvo incólume.

El Ministerio de Transportes y Comunicaciones logró cifras interesantes: se asfaltaron 7,900 km y observamos un Provías activo. Algo se hizo igualmente con el tema de puertos, mientras que poco en aeropuertos. Asimismo, el transporte masivo anda atrasado con la Línea 2 del Metro. En comunicaciones se avanzó con la red dorsal y la penetración celular.

El Ministerio de Vivienda tuvo también resultados moderados, a pesar de una interesante reforma para intervenir las EPS, que no llegó a implementarse. No se supieron aprovechar los programas de vivienda social. En Energía se logró un exceso de oferta, con la cual no se sabe muy bien qué hacer. En hidrocarburos el asunto fue desastroso, con una burocracia que, de hecho, paralizó al sector en el marco de una caída del precio del petróleo. En minería, lo sabemos, la incapacidad política y la falta de visión de desarrollo paralizaron proyectos claves como Conga y Tía María.

Las políticas sociales tuvieron también sus aciertos, con programas focalizados como Juntos, Qali Warma, Beca 18, Pensión 65, etc. La pobreza se redujo más lentamente que los años anteriores. Y desde el 2013, mejoraron los índices de razonamiento matemático y los niveles de comprensión lectora. Asimismo, se logró reducir la desnutrición crónica infantil, pero la anemia infantil aumentó.

Es pues el final de un gobierno tecnocrático. Un gobierno que se cerró en un grupo pequeño de elegidos para gestionar, a quienes hay que reconocerles los logros, sin dejar de mencionar que la visión de desarrollo brilló por su ausencia. Confiemos en que eso cambie con PPK. Viene con toda la viada. Ojalá tenga la fuerza para deshacerse de los lobbies que insisten en rodearlo.

 

Daniel Córdova

 
Daniel Córdova
06 de julio del 2016

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