Iván Arenas

El síndrome de la soberbia del politólogo

El síndrome de la soberbia del politólogo
Iván Arenas
22 de noviembre del 2016

No es justo denostar al crecimiento económico y la modernización

¡Pero qué fácil es construir una república desde el escritorio del politólogo! Esa sería una de las conclusiones al terminar de leer un reciente artículo del intelectual Alberto Vergara en el diario El Comercio. Asegura Vergara —entre otras cosas— que la clase política, incluido el gobierno pepekausa, ha renunciado a la construcción del ideal republicano por una teoría de la modernización cortoplacista, que cree que si ponemos todos los huevos al crecimiento económico, luego aparecerá —de forma automática— la canasta del desarrollo institucional. Además tilda al Perú como un pobre con plata, con un "sindrome Pablo Escobar". 

No obstante lo que asegura Vergara no es tan cierto, ya que quien escribe o reflexiona de forma seria sobre el Perú debe llegar a la conclusión de que si hoy existen serios conflictos sociales, desbordes de inseguridad y criminalidad, así como corrupción e ineficiencia, es porque tenemos un Estado que no funciona bien; o en todo caso funciona muy mal. Y cualquier analista, periodista, sociólogo o politólogo que haya escrito de forma seria sobre el Perú siempre indicará que las reformas en el Estado son urgentes (descentralización, reforma electoral, reforma del Poder Judicial y un largo etcétera). O, ¿acaso queremos seguir adelante con un Poder Judicial o una Policía Nacional carcomidos por la corrupción? Obvio, ¿no es así?

Pero tampoco es justo denostar y apalear al crecimiento económico. Contrariamente a lo que cree el politólogo, el crecimiento económico, o lo que Vergara llama “modernización”, no ha traído consigo solo a los Pablo Escobar —que son la excepción— sino también un fenómeno social nunca antes visto en la historia republicana: una sociedad emergente que tiene voto y propiedad, y que es la base de la ciudadanía, base de la República. Don´t worry, mister Vergara, en la sociedad emergente no todos son Pablo Escobar.

Quizá de tanto hablar de república y la promesa republicana hayamos olvidado en el escritorio que la República se fundó en la exclusión del “otro Perú” (dixit Matos Mar). La propiedad y el voto —base de la ciudadanía— solo contemplaba al 80% del Perú. Es decir, la República fue la santificación de la exclusión de ese Perú andino y amazónico. Supongo que Vergara debe saberlo: ¡creamos repúblicas del aire!, mister.

Fue con la migración del campo a la ciudad y ¡vaya usted a saberlo! con la apertura “neoliberal” (sí, crecimiento económico) a principio del fujimorato (sí, autoritario) que ese “otro Perú” alcanza el protagonismo que jamás tuvo. De allí que hoy estemos frente a una sociedad emergente, un mundo de mercados populares y vigorosos, informal, antiestatal, del que —por su soberbia— poco saben los intelectuales

Que esa sociedad emergente haya votado masivamente por el fujimorismo en la pasada elección es materia de estudio largo y profundo. Y allí está el sociólogo y el politólogo para tratar de entenderlo. Sin embargo, lo que ahora vemos con el gobierno de turno (pepekausa) no es ni por asomo un discurso republicano. Es el regreso de la reacción conservadora tecnocrática, jamás política, que reparte el Estado entre JP Morgan y el Club Nacional. Es que con la soberbia jamás se construye república, mister Vergara.

Iván Arenas

 

Ilustración: Giovanni Tazza de elcomercio.pe

 
Iván Arenas
22 de noviembre del 2016

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