Adiós al sueño del techo propio

El costo efectivo de la penetración del ecologismo radical en el estado

Aunque representa una gran victoria del “eco-totalitarismo”, de manera sorprendente la prensa alarmista no se jacta de la reciente aprobación del Decreto Supremo 015-2015-Vivienda. Este decreto -fruto podrido de la COP20- ha sido presentado con mucha elocuencia por el vocero oficial de propaganda de ese foro, pero lo que muchos ignoran es que tendrá un negativo en la vida de los peruanos.

Si estoy tan seguro de los hechos que voy a mostrarles es porque precisamente los viví – siendo inquilino – en un país europeo que adoptó el mismo tipo de legislación hace años. Si el “estado-niñera” decidiera ejecutar al pie de la letra dicho decreto, por “nuestro bienestar”, semejante decisión se traduciría para muchos en la incapacidad de hacer realidad el sueño de la casa propia.

¿Qué se esconde detrás y qué podemos esperar de este tipo de legislación en el contexto general de criollada y mercantilismo local? Para quienes hubieran esperado que el gobierno tome medidas para poner en orden a los sindicatos de construcción civil, no les servirá de nada leer lo que sigue.

No cabe duda de que este decreto constituye un plato más en la pila tambaleante de la legislación nacional, regional y distrital aplicable a la construcción y que viene con sus corolarios. A más legislaciones aplicables, más oportunidades de corrupción, de cobro de coimas y otras “alegrías burro-cráticas” en los distritos menos formales.

Del mismo modo, también es de esperar una lenta, discreta y segura desaparición de las pequeñas constructoras más o menos formales, que no tendrán capacidad técnica y/o jurídica para adaptarse a la nueva normatividad. Que el “sector construcción” haya participado en la elaboración de la ley no debería sorprender, ya que la norma instaura una nueva forma de mercantilismo que permitirá eliminar a la competencia…

Quien se imagine que las constructoras asumirán los sobrecostos ligados a la nueva “construcción sostenible”, por ejemplo, la instalación de paneles solares, se equivoca. Puede, obviamente, seguir soñando, ya que será el comprador quien asumirá ese costo, ¡así no quiera los dispositivos instalados! El paso siguiente es más obvio aún: Como se habrá reducido la competencia, no cuenten con ella para aliviar los costos… que subirán más aún cuando los proveedores se den cuenta que la compra de esos equipos ¡es obligatoria!

Si el valor de compra de las viviendas subirá (o el tamaño de estas seguirá disminuyendo), es de esperar que los bancos seguirán con su normativa rígida de préstamo para un reembolso de máximo un 30% de sus ingresos comprobados, y no cuentan mucho con ver un día su fondo de pensión disponible para tal adquisición...

Ahora bien, con departamentos más caro, adivinen a quienes se les hará más difícil alcanzar el "sueño de la casa propia". Pero pierdan cuidado que los estatistas ya que le han puesto vaselina populista a la norma: subsidios, programas estatales de adquisición, etc... ¡con tal de tener deudores morales!

Pero, al fin y al cabo, lo más detestable es que el estado acaba, una vez más, de meter las manos en donde no le corresponde. Lejos de proteger nuestra propiedad privada la viola alegremente. Ahora el estado nos dirá cómo y cuánto agua podemos consumir (aunque su principal empresa de agua es incapaz de limitar las fugas en su red o de facturar el consumo de la población) y por allí también nos dirá cómo calentarnos o alumbrarnos en casa. Con la eficiencia que se le conoce, obviamente ¡todo esto va a terminar bien!

Por: Vincent Dumortier