La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Los avances en las obras del puerto de Chancay por parte de la empresa china Cosco Shipping Ports y las proyecciones de inversiones de más de US$ 7,500 millones que convertirían al Perú en hub portuario en América del Sur, que unirá el Pacífico con el Atlántico, y que transformará el área adyacente al puerto en polo logístico, tecnológico e industrial, han desatado interesantes debates alrededor de la ubicación del Perú y la geopolítica mundial.
El avance del puerto de Chancay, por ejemplo, ha originado las proyecciones alrededor de los puertos de Corío en Arequipa y Bayóvar en Piura. Asimismo, se ha planteado el proyecto de la construcción de un puerto aeroespacial en Piura, por parte de Estados Unidos y la NASA, por su cercanía con la línea ecuatorial. Si a estos grandes proyectos le sumamos las reservas de cobre y otros minerales del país, las potencialidades en la agroexportación, pesca y la industria del turismo, es evidente que el Perú está ingresando a una edad de oro que permitirá el florecimiento de todos los peruanos siempre y cuando se consolide el Estado de derecho y el país sostenga una política de independiente de Estado ante la geopolítica mundial.
Los historiadores discutirán cuántas edades de oro tuvo el Perú. Algunos señalan el Virreinato y la Época del Guano, por ejemplo. Lo cierto es que durante el Virreinato, Perú fue uno de los centros del planeta. De alguna manera Lima se acercaba a las grandes ciudades europeas por sus infraestructuras, hospitales, universidades y la construcción de un sistema de reinos, la República de Españoles y la República de Indios. El Perú, pues, fue un polo planetario.
Sin embargo, luego de la independencia, el Perú y los países de la América Hispana se volvieron marginales al planeta y más dos siglos de experiencia republicana solo convocaron el atraso y la exclusión de la geopolítica mundial. Los fracasos sucesivos luego de la independencia no se podrían entender sin la guerra geopolítica entre España, Inglaterra y luego los Estados Unidos. Los países de la América Hispana en vez de organizar los Estados Unidos del Sur –a semejanza del actual Estados Unidos– se fragmentaron en una serie de repúblicas sin viabilidad y, de una u otra manera, así llegamos al siglo XXI.
Hoy el Perú está a punto de entrar a una posible edad de oro y se deben extraer las conclusiones de la experiencia histórica. En primer lugar, el Perú debe tener una geopolítica autónoma, independiente y desarrollar el criterio acerca de que toda inversión privada es bienvenida si es que se acepta el Estado de derecho nacional y el respeto a los tratados. Sin embargo, en segundo lugar, hay que recordar que el Perú es una república en donde las mayorías eligen las instituciones, pero ellas gobiernan y controlan el poder. Es decir, es una sociedad abierta y la geopolítica no puede desligarse de estos valores.
Por todas estas consideraciones los peruanos de buena voluntad debemos alentar un equilibrio y la pluralidad de inversiones de los ejes geopolíticos del planeta, es decir inversiones de China y los Estados Unidos y los países occidentales. De esta manera la autonomía nacional frente a las grandes polarizaciones geopolíticas del planeta serán reales e incuestionables y evitaremos los errores de dos siglos atrás.
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