¡Todo con la Constitución, nada fuera de ella!

Los audios propalados en el Congreso –en los que se escucharía al presidente Vizcarra reunirse con colaboradores para manipular y ocultar pruebas y testigos de casos que vienen siendo investigados por otras instituciones del Estado– configura un hecho de extrema gravedad para cualquier república que se precie de gozar de libertades y equilibrio de poderes. De confirmarse estos registros de audio, estaríamos ante una devastadora situación institucional que ha llevado a algunos a hablar de la posibilidad de un proceso de vacancia constitucional.

Como si todas las plagas bíblicas se hubiesen abatido sobre la República, el Perú se ha convertido en el país que peor manejó la pandemia, desatando una explosión de infecciones y una alta letalidad que ha dejado boquiabierto al mundo, considerando que fue el Estado que declaró una de las cuarentenas más rígidas. Igualmente se convirtió la sociedad que enfrenta una de las megarrecesiones más devastadoras del planeta –que licuará al menos 15% del PBI y arrojará al 30% de la población debajo de la línea de la pobreza–, no obstante haber sido el país con mayores posibilidades fiscales de América Latina. En medio de esta situación se dibuja la posibilidad de una vacancia presidencial.

Considerando que luego de las elecciones del 2016 se produjeron dos intentos de vacancia presidencial, la renuncia de un jefe de Estado, el cierre inconstitucional del Congreso y el manoseo de la Constitución, con reformas constitucionales apresuradas e irresponsables, hoy nos toca señalar que ¡todo dentro de la Constitución, nada fuera de ella!

Nos gustaría sinceramente que esta situación no se presentara y que, a pesar de los desastres y yerros del Ejecutivo, todo se enrumbara con normalidad hacia las elecciones del 2021. Pero después de los audios se han dibujado enormes interrogantes que solo pueden resolverse con sabiduría y prudencia, dentro del marco de la Constitución.

De otro lado, en el Congreso hoy existe una convergencia antinatura –entre los sectores constitucionalistas, promercado y pro inversión, y las corrientes populistas y comunistas,– debido a la oposición que se desarrolla contra el Ejecutivo. Esta peculiar  convergencia posibilita que pasen leyes abiertamente inconstitucionales y populistas que desarman el modelo, ladrillo por ladrillo. Que esta crisis constitucional en curso también sirva, entonces, para terminar con esas confluencias arbitrarias –nacidas de la oposición por la pura oposición al Ejecutivo– para defender la Constitución, la economía de mercado y la inversión privada.

Que la Providencia ilumine a nuestros políticos y el Perú detenga esta guerra política que nos está desangrando, y que está destruyendo los activos políticos e institucionales construidos en las últimas tres décadas. En ese contexto, solo nos queda repetir la frase hasta convertirla en un estribillo irrenunciable: ¡todo con la Constitución, nada sin ella!