Editorial Política

Sigue la intensa batalla por la narrativa acerca del legado de Alberto Fujimori

Un debate que ningún demócrata debe evitar, cueste lo que cueste

Sigue la intensa batalla por la narrativa acerca del legado de Alberto Fujimori
  • 24 de septiembre del 2024


Un comunicado de un sector de docentes de la PUCP se pronuncia en contra de “la desinformación sobre el legado de Alberto Fujimori” y también se manifiesta en contra de los funerales de Estado que promovieron el Ejecutivo y el Congreso. Por otro lado, una circular de la Cancillería de Chile ordena a los funcionarios y diplomáticos del país del sur abstenerse de firmar los libros de condolencias dispuestos por la Cancillería del Perú con motivo del fallecimiento del expresidente Fujimori. 

¿Qué revelan estos pronunciamientos y actos de cancillerías de gobiernos de izquierda en la región? La respuesta es incuestionable: Fujimori ha muerto, pero la guerra por las narrativas, relatos y fábulas con respecto al legado del expresidente será larga y prolongada. A los defensores de la economía de mercado más racionales las batallas por estos relatos les pueden parecer innecesarias. Finalmente, se puede argüir, Fujimori ha fallecido y los rasgos autoritarios de su gestión merecerían una sana distancia.

Semejantes posiciones, muy cómodas y frívolas, a nuestro entender, son una de las explicaciones del porqué en las últimas tres décadas el Perú ha avanzado de involución en involución hasta elegir a Pedro Castillo, el peor candidato de la historia nacional, que puso a la sociedad al borde del precipicio. Las fábulas progresistas, neocomunistas y comunistas representan el fierro y cemento del informe final de la Comisión de la Verdad, que dividió a los peruanos entre los defensores y detractores de la guerra contrasubversiva; mientras Sendero Luminoso, sentado en el palco, contemplaba la polarización entre los peruanos y esperaba un mejor momento que, de alguna manera, llegó con Castillo en el poder.

Igualmente estas narrativas son el motor y el combustible de todas las estrategias que desarrolló el progresismo para detener inversiones en minería, agroexportaciones, turismo, infraestructuras y otros sectores. ¿Por qué esta tesis tan osada? Las corrientes progresistas y los activistas del Foro de Sao Paulo asociaron el modelo de economía de mercado, que en el Perú multiplicó el PBI por cuatro y redujo pobreza del 60% de la población a 20% (antes de la pandemia y del gobierno de Castillo), con el llamado “modelo neoliberal”, el autoritarismo y las dictaduras. Fujimori y Pinochet se convirtieron en los blancos de todas las lanzas de la izquierda para denostar en contra del mercado y la inversión privada.

Por todas estas consideraciones, los intelectuales, los políticos, los empresarios y todos los peruanos de buena voluntad, bajo ningún punto de vista debemos permitir que las izquierdas nos vuelvan a ganar la narrativa, porque el empantanamiento del Perú, de Chile, Colombia y de la mayoría de los países latinoamericanos deja en claro que, a veces, el relato lo es todo.

En ese sentido se debe subrayar que, al margen del golpe del 5 de abril y cualquier reacción no democrática, el legado de Fujimori representa un cambio de época, sobre todo a través de las reformas económicas y la guerra contrasubversiva más popular y democrática de la región (por el nivel de participación campesina), en momentos en que el Estado socialista que dejó el velascato hacía agua y naufragaba.

El Estado socialista de Velasco se había convertido en un Estado fallido, en un Estado en escombros, porque ni siquiera tenía el control de la moneda nacional frente a la hiperinflación, y tampoco tenía el monopolio de las armas y la violencia frente al control del terrorismo colectivista de Sendero Luminoso, presente en más de un tercio del territorio nacional.

En ese escenario la gestión providencial de Fujimori no solo reformó la economía y pacificó el país, sino que salvó al Perú de la fractura de su unidad territorial. Un escenario posible ante el avance terrorista, tal como se sostenía en diversas dependencias de los Estados Unidos.

El legado de Fujimori, pues, representa un cambio de época e inaugura los rieles de un modelo económico y social que nadie puede siquiera imaginar desmontar, al menos que sea un fundamentalista de los evangelios colectivista del marxismo. Un evangelio colectivista que ha empobrecido y ha generado océanos de sangre y dolor en todas las sociedades en donde se ha implementado.

  • 24 de septiembre del 2024

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