¡Se derrumba el mito de la contaminación ambiental en Espinar!

El viernes 05 de marzo se presentó el informe final de la denominada “Comisión Multisectorial encargada de evaluar los posibles daños en las comunidades originarias de Espinar en el Cusco”. Dicho informe técnico y científico demuestra lo que siempre hemos defendido en El Montonero: existe una contaminación natural en las provincias altas de Cusco. Asimismo, en líneas generales, las conclusiones del informe son un mazazo al sector antiminero y toda la izquierda que desarrolla mitos, leyendas y mentiras con tal de liquidar las inversiones mineras modernas, que han colocado al Perú en los rankings de competitividad mundial.

Antes de reseñar las conclusiones del mencionado informe, vale recordar que este grupo de trabajo se creó en la Presidencia de Consejo de Ministros (PCM) el 23 de julio del 2020 a través de la resolución N° 174-2020, con el objetivo de evaluar las supuestas afectaciones de la minería en las 13 comunidades de Espinar. En esta Comisión participaron el Ministerio del Ambiente, el Ministerio de Energía y Minas, la Autoridad Nacional del Agua (ANA), OEFA, el Gobierno Regional del Cusco, la Municipalidad Provincial de Espinar y representantes de todas las comunidades involucradas. De allí que nadie puede dudar de su autenticidad técnica y científica, o de la amplia participación en el proceso.

Pues bien, las conclusiones de esta Comisión desbaratan todos los argumentos contra la minería moderna, acusada de contaminar los ríos, el agua, las tierras y el aire. En términos sencillos la minería moderna en Espinar no ha contaminado por una simple razón: las empresas se rigen por los más altos estándares sociales y ambientales a nivel mundial. En el mencionado informe se señala que las fuentes de contaminación provienen de la agricultura y la contaminación natural, y que tienen también un origen doméstico. 

Una de las conclusiones, según la ANA es que los ríos Huancani y Cañipia registraron alta concentración de contaminación por aguas residuales de origen doméstico. Asimismo, según la ANA el río Ccamacmayo presenta altos parámetros de manganeso y oxígeno disuelto, asociados a la actividad pecuaria y agrícola. No solo eso la ANA, que tiene registros de la calidad de los ríos en Espinar desde el 2012, concluye que el río Tintaya, antes de las operaciones mineras presentaba hierro y manganeso “no acordes a la normativa ambiental”. Ojo, eso fue antes de las operaciones de Antapaccay. 

En otra de las conclusiones, según la OEFA, el río Cañipia y todos sus tributarios presentan actualmente alta concentración de plomo y fósforo asociado a la “disolución de los materiales volcánicos que se desprenden continuamente de las lluvias” (lahares). No solo eso, la misma OEFA indica que los componentes mineros “no influyen en la calidad de las aguas de las quebradas Aguada, Minasmayo, Alto Huarca y Ccatunmayo”. Es decir ¡las operaciones mineras de Antapaccay no contaminan!

El tema no acaba allí. Las conclusiones de la Dirección General de Salud (Digesa) son más categóricas: la mayoría de pobladores de las trece comunidades presentan altos índices de arsénico, plomo y mercurio. ¿Por qué? Porque las fuentes de agua no son potabilizadas de manera eficiente. En otras palabras, los pobladores de las comunidades se contaminan por la desidia de las autoridades que tienen en sus manos la gestión del agua potable en la provincia. Una vez más, el fracaso del Estado que se pretende cargar a las empresas mineras.

Entre las principales conclusiones se indica claramente que “la superación de los estándares (contaminación) estaría asociada a las condiciones geológicas de la zona”. Es evidente que las conclusiones del informe demuestran que la contaminación de la zona y de los propios pobladores es natural. La única solución al problema: que el Estado asuma su responsabilidad y resuelva el problema del agua potable. 

Las conclusiones de este informe científico desnudan los verdaderos propósitos de la izquierda y de los antimineros: liquidar la minería, empobrecer el Perú para lograr su ansiada revolución. El mito se ha derrumbado, ¿ahora qué dirán las oenegés y los políticos ideologizados de izquierda?