Editorial Política

¡Salvar instituciones y salvar la economía de mercado!

El deber de la mayoría del Congreso frente a los pobres

¡Salvar instituciones y salvar la economía de mercado!
  • 21 de septiembre del 2020

En medio de la tragedia o la comedia del choque de poderes –las circunstancias pueden acomodarse para ambos géneros–, que culminó en el rechazo a la vacancia presidencial, una situación que merece destacarse es el hecho de que las instituciones todavía permanecen en pie, no obstante el deterioro del sistema constitucional. 

Las reformas implementadas por el pasado referendo, a nuestro entender, hirieron de extrema gravedad a nuestro sistema republicano. Allí está la prohibición de reelección congresal, que ha mellado seriamente la calidad de nuestra representación. Sin embargo, cuando el Tribunal Constitucional (TC) decidió respetar los fueros del Congreso en cuanto a una eventual vacancia presidencial, en base al concepto de incapacidad moral permanente, se dejó que las instituciones funcionarán de acuerdo a la Carta Política. Una decisión en sentido contrario hubiese posibilitado una reacción adversa y abrumadora de una mayoría del Legislativo y hoy quizá estaríamos enfrentando una crisis mayor, con las Fuerzas Armadas convertidas en fuerzas deliberantes ante el fracaso de los civiles.

De alguna manera, pues, la institucionalidad –duramente maltratada por el cierre inconstitucional del Congreso– permanece en pie. Se han evitado las salidas extremas y hay espacios para imaginar nuevos comienzos o desenlaces posibles. Sin embargo, así como se salvan las instituciones debe salvarse la economía de mercado, que soporta un huracán populista de las bancadas colectivistas y comunistas del Congreso.

Cuando existan dudas sobre el sector privado solo se debe recordar que este sector provee el 80% de los ingresos fiscales y el 80% del empleo. Si el sector privado quiebra, los siete millones de empleos perdidos por el terrible manejo de la pandemia se convertirán en permanentes y la ola de quiebras empresariales alentará a las estatizaciones promovidas por los comunistas irresponsables, que sueñan con instalar fábricas de pobreza y menesterosos. Sin sector privado, entonces, no hay recursos para el Estado ni empleo para millones de peruanos. 

Por todas estas consideraciones la mayoría de Acción Popular, Alianza para el Progreso, Fuerza Popular y Somos Perú –que fue el eje de la mayoría abrumadora que ratificó a Manuel Merino como presidente del Congreso y que rechazó la censura de la ministra de Economía, María Antonieta Alva, para evitar que el Frente Amplio asumiera la cartera de Junín– hoy debe archivar todas las iniciativas populistas que buscan regular precios y mercados en educación, salud, farmacias, bancos y otras actividades. Igualmente debe rechazar las iniciativas comunistas que buscan derogar la Ley de Promoción Agraria para liquidar el boom agroexportador, pulverizar el sistema privado de pensiones y otras iniciativas que desmontarían el modelo económico ladrillo por ladrillo.

Asimismo, esa misma mayoría no debe insistir en la ley que devuelve dinero inexistente a los aportantes de la ONP, y que aumenta el forado fiscal en más de un punto del PBI, en precisos momentos en que los economistas hablan de un déficit del 10% del PBI y una deuda pública que sobrepasará el 38% del PBI, en medio de una terrible caída en la recaudación.

La nueva mayoría que empieza a emerger en el Congreso debe entender que no se puede luchar por el equilibrio de poderes, el respeto a la Constitución y las instituciones, si no se defiende al sector privado que, durante el pasado Gabinete Zevallos, pretendió ser ahorcado, liquidado, por los burócratas del Frente Amplio, que entonces controlaban el Gabinete. No se defiende la libertad política sin defender la libertad económica.

Si los populistas y los comunistas avanzan en la regulación de mercados y precios se desatará una ola de quiebras y se desencadenará la correspondiente ola de estatizaciones. Si eso sucede, el Estado concentrará el poder económico, tal como sucedió en el velascato y en los años ochenta –tal como pasa hoy en Venezuela– y, entonces, la noche autoritaria se combinará con la pobreza, y el Perú volverá a enfangarse en el pantano chavista y estatista. ¡Es hora de reaccionar!

  • 21 de septiembre del 2020

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