La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Asoman nubes negras: Reelección conyugal en medio de desaceleración económica
La jefe del Gabinete, Ana Jara, otra vez, se vio obligada a descartar una eventual postulación a la Presidencia de Nadine Heredia en el 2016. El motivo de esta nueva aclaración sobre las intenciones políticas de la Primera Dama tienen que ver con las justificadas sospechas de la oposición de que la “renuncia” del congresista Marco Falconí a su curul en el Legislativo y su postulación a la presidencia Regional de Arequipa, mediante un acción de amparo judicial, abra las puertas a jueces y autoridades electorales a interpretar la Constitución y las leyes sobre quienes pueden postular a los cargos de elección popular. Un precedente que facilitaría una eventual postulación de Heredia.
Si a estos hechos le sumamos la solicitud del jefe de Estado para que el Congreso defina si se puede renunciar al cargo de congresista, no obstante que el artículo 95 establece que es irrenunciable, y que, en la comisión de Constitución, ya había un informe y se preparaba un debate al respecto, como si se supiera qué estas cosas iban a suceder, entonces, tenemos la leña y el combustible para encender la hoguera sobre la reelección conyugal que reactivará la polarización y el enfrentamiento político a dos años de los comicios nacionales.
Como bien sostiene el director de El Comercio, Juan Paredes Castro, estas iniciativas y estos debates nos retrotraen a los tiempos de la “interpretación auténtica” durante el fujimorato, tiempos en los que se gestó los artilugios constitucionales que permitieron la re-reelección y que crearon el negativo software político y constitucional al que luego echarían mano los proyectos bolivarianos en América Latina para perpetuarse en el poder.
La Constitución establece que el Congreso es la asamblea que representa la soberanía popular y la pluralidad de la democracia. Si bien la Presidencia de la República y el Legislativo son las dos instituciones elegidas mediante el sufragio de todos los peruanos y, por la tanto, sintetizan la voluntad popular, el texto constitucional es absolutamente claro: sin el Congreso en funcionamiento no puede haber democracia. De allí que sea posible la vacancia presidencial y se prohíba la renuncia de los legisladores como representantes de la asamblea democrática por excelencia. ¿A qué juez o autoridad electoral se le ha ocurrido que el congresista Falconí puede representar la soberanía del país y tentar la representación parcial de una región? Es evidente que la Constitución y las leyes comienzan a estirarse como chicle. ¿Signos de una nueva época de interpretaciones auténticas?
El solo hecho de que la señora Jara tenga que aclarar nuevamente las estrategias políticas de Heredia nos revela que el asunto de la reelección conyugal formará parte del proceso político hasta el último minuto en que venzan los plazos electorales. A estas alturas, es evidente que el anuncio de la propia Primera Dama de que no iba candidatear en el 2016 se debió a que una mayoría política, social y mediática forzó a ese pronunciamiento. La pregunta que surge es, ¿qué sucederá si esa mayoría cambia, como suele suceder en las democracias con crisis políticas crónicas y frenazos económicos? Más allá de cualquier especulación, todo nos indica que el régimen continuará con el rígido libreto político de polarizar con los demás partidos.
El nuevo dato aterrador es que ante la desaceleración económica el gobierno parece renunciar a encender los motores de la inversión privada y, por el contrario, aprieta el acelerador del estado y el gasto estatal. Estado y gasto expansivo con debates sobre la postulación de Heredia. El horizonte se divisa repleto de nubes negras. ¿O no?
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