La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Luego de la violencia insurreccional contra la Constitución y el Estado de derecho –que se desató luego del golpe fallido de Pedro Castillo– y después también del evidente fracaso de esta estrategia violentista contra el sistema republicano, la violencia se focaliza en algunas provincias de Puno, sobre todo en las zonas aymaras. Es una zona en extrema convulsión, sobre todo considerando las lamentables muertes de civiles y militares que ha causado el radicalismo de los núcleos bolivarianos.
Parafraseando a Basadre todos podríamos señalar que Puno es el centro y el nudo de todos nuestros problemas, pero también en ese espacio se focalizan todos las posibilidades y soluciones para la región puneña y el Perú. La región de Puno es una de las más pobres del Perú. La tasa de pobreza sobrepasa el 43% de la población (como la mayoría de las provincias del sur). Sin embargo, en el Ministerio de Economía y Finanzas se calcula que los bloqueos y el cierre de actividades en Puno deben haber disparado la pobreza en 70%.
Pero la pobreza tiene otra cara: una extendida informalidad que, según diversos economistas, sobrepasa el 90% de la ciudadanía. A esta situación se suma el desarrollo de las economías ilegales: minería ilegal, contrabando y narcotráfico. En otras palabras, si bien no existe una relación directa entre violencia y exclusión es evidente que al lado de la insurrección de algunas provincias sureñas están la pobreza, la informalidad y las economías ilegales. Gigantesco problema, pero también gigantesca posibilidad. ¿Por qué? Porque en Puno todos los problemas parecen haber tocado fondo; sin embargo, son los mismos problemas que padece el Perú, sobre todo el de la informalidad que afecta a cerca del 60% de la economía nacional.
En Puno, por lo tanto, no hay solución con maquillajes, con los cambios que se hacen para que nada cambie. En Puno se necesita un nuevo Estado, uno construido de abajo hacia arriba en vez del tradicional que viene de las alturas. ¿Es posible organizar ese Estado con el actual marco de regionalización? ¿Es posible armar ese estado con el actual sistema de tributación que nadie cumple en la región? ¿Es posible imaginar un nuevo Estado en Puno con la organización de los ministerios del Gobierno central y el sistema de ejecución de proyectos?
Las ciudades de Puno y Juliaca –que concentran más del 60% de la población de la región– no tienen sistemas de agua, desagüe o drenajes mínimos. El lago Titicaca sigue contaminado por falta de lagunas de oxidación y en todas las provincias faltan carreteras, colegios, y escuelas, agua potable, alcantarillado y electricidad.
Es imposible abordar esas tareas e inversiones con el actual sistema de gobierno central y regional. Algo se debería hacer. Quizá contemplar una legislación de emergencia que centralice inversión y gobernabilidad, pero bajo la idea de un nuevo modelo de Estado. En vez de que la autoridad tributaria persiga a los comerciantes de las ciudades, por ejemplo, debería convertirse en amigo y acompañante de los emprendimientos. El Estado no solo debería cobrar impuestos viables sino también entregar servicios.
Sobre la idea fuerza de un nuevo modelo de Estado, el Ministerio Público y el Poder Judicial deberían identificar y procesar a todos los violentistas que hacen trizas la Constitución y las leyes. Es la única manera de respaldar la heroica labor de las Fuerzas Armadas y la policía nacional del Perú (PNP) en la preservación de la Constitución, la ley y el orden público.
Igualmente, ningún proyecto para recuperar Puno para los puneños y la peruanidad será posible si no se produce la movilización democrática de los partidos civiles. ¿Quién aclara el cuento que se relata a los puneños acerca de que Lima y las empresas se roban la riqueza de la región? ¿Cómo se explica a los hermanos del altiplano que la pobreza es tan extendida en la región que Puno solo representa el 2% de la economía nacional? Únicamente los civiles pueden desarrollar un contrarrelato contra las fábulas que han desatado la violencia entre los puneños.
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