Editorial Política

Procacidad degrada la política

Procacidad degrada la política
  • 13 de enero del 2015

¿Hasta cuándo el gobierno seguirá con sus ensayos autoritarios?

El ministro del Interior, Daniel Urresti, cruzó todos los límites posibles cuando, en su afán de atacar al ex presidente Alan García, retuiteó un meme que insulta y denigra la honra de varias señoras. Una barbaridad que no admite medias tintas.

Es evidente que la procacidad de Urresti es un asunto del gobierno. Así lo demuestra el intento de filosofar de Ana Jara. La jefa del Gabinete citó a Voltaire para argumentar que no compartía el exabrupto misógino de Urresti, pero que defendía el derecho del desaforado general a decir lo que le parecía. No estamos hablando de la libertad de expresión, sino del papel de un ministro que recibe un sueldo de 30 mil soles de los impuestos de los peruanos.  ¿O no?

Todo parece indicar que los asesores de la Dirección de Inteligencia (DINI) han preparado un libreto para Urresti, con objeto de evadir responsabilidades por la fuga de Martín Belaunde Lossio a Bolivia. El plan consistiría en atacar, polarizar hasta el extremo, con los líderes de la oposición, para que una eventual censura de Urresti en el Congreso por el escape a Bolivia aparezca como una sanción política de “los partidos tradicionales”.

Urresti disparaba sin cuartel, sobre todo, a Alan García, buscando presentarse como víctima de “los políticos de siempre que no le permitían ordenar la seguridad ciudadana”.  Una censura en ese contexto no sería el fin de una carrera política, sino el inicio de una campaña presidencial.  Pero Urresti es un general inclinando al vozarrón y la prepotencia. La adrenalina del Twitter lo rebalsó y agredió  a señoras respetables, a la familia y, entonces, la estrategia se le vino abajo. Más tarde tuvo que eliminar el tuit, pero el daño ya estaba hecho.

A estas alturas todo parece indicar que Urresti no solo enfrentaría una posible censura por la fuga a Bolivia de Belaunde Lossio, sino por una conducta misógina nunca antes vista en un político. La vicepresidenta Marisol Espinoza definió el ataque como una “cobardía y bajeza”,  Lourdes Alcorta calificó al autor del tuit de “pobre diablo”, y algo parecido señaló Luisa Cuculiza. En síntesis, Urresti ha logrado unir a todas las mujeres de la oposición en su contra ante el silencio de Nadine Heredia y los intentos de Ana Jara de hacer filosofía política.

Hasta antes de la agresión al honor de las damas, los insultos de Urresti a Alan García y Keiko Fujimori representaban el típico método bolivariano que se usa en Venezuela, Bolivia y Ecuador, con el objeto de echar una cortina de humo para tapar un escándalo. La polarización sin cuartel, las sacadas de camisa y pechadas callejeras, eran la manera de absorber la posible censura. El ataque a “los políticos tradicionales” el camino para teñir una candidatura presidencial con los colores del outsider en “contra el status quo”.

No obstante que el libreto se  hizo puré con el ataque al honor femenino, vale preguntarse, ¿hasta cuándo este gobierno seguirá con los ensayos autoritarios? ¿Acaso estamos condenados a que las cosas avancen de esa manera hasta el último día de gobierno nacionalista? No solo la violencia  de Urresti nos recuerda lo peor del chavismo sino también la falta de consideración con las damas.

  • 13 de enero del 2015

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