La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Se derrumba “denuncia” de Cuarto Poder contra Keiko Fujimori
La “denuncia periodística” de Cuarto Poder en contra de Keiko Fujimori es una clara muestra de cómo la polarización electoral puede terminar devorándose valores esenciales de la democracia y la libertad, y de cómo las pasiones pueden desencadenar guerras sucias que se engullen principios básicos del periodismo profesional. Se quiso acusar a Keiko Fujimori de un supuesto lavado de quince millones de dólares en base a la declaración del cuestionado sujeto Jesús Vásquez, en base a un audio que no se escuchó (ahora se sabe que no existe) y en una supuesta información de la Drug Enforcement Agency (DEA) acerca de que se investigaba a la candidata fujimorista.
Todo resultó falso, porque la propia DEA ha negado que exista una investigación en contra la señora Fujimori. Sin embargo, y al margen de que la falsa denuncia quizá haya definido la elección, entre los demócratas y los periodistas queda un sabor amargo, terrible, que nos recuerda los peores momentos del montesinismo, cuando se manchaba honras sin pudores.
No hay justificaciones para la acusación de Cuarto Poder porque no hay audio ni investigación de la DEA. En este caso solo cabe reconocer el error, solicitar las disculpas correspondientes y presentar las renuncias necesarias. No se trata de cualquier hecho, sino de un acto que tiene que ver con el futuro de la democracia y la sociedad abierta, objetivos en los que la mayoría de peruanos están claramente comprometidos.
La intención era más que evidente. A tres semanas de las elecciones, lanzar una acusación de este tipo, en realidad, es un acto desesperado motivado por las pasiones. Todo indica que esperar hasta cruzar la información, recoger las versiones de los implicados y conseguir informaciones oficiales no era posible, porque a dos o una semana de la elección comienza a surgir el llamado efecto teflón en los candidatos del balotaje. La desesperación y el acto político entonces se tragaron al periodismo.
De otro lado, la información de que la DEA ratificaba la supuesta investigación era parte de un libreto fríamente calculado: la DEA generalmente no informa sobre investigaciones en curso. Sin embargo, la agencia antidrogas estadounidense hizo una excepción porque se trataba de una candidata de la segunda vuelta de Perú y todo comenzó a derrumbarse. En el caso de la posible investigación del congresista Joaquín Ramírez la DEA mantuvo las reglas: no confirmó ni negó.
La democracia y el periodismo han perdido con la denuncia de Cuarto Poder. Aquí no estamos juzgando la labor de otros colegas, estamos señalando que un acto de este calibre no tiene nada que ver con el periodismo. La brutalidad de una imputación de narcotráfico requiere de otro tratamiento, por decir lo menos.
Si el Consejo de la Prensa Peruana, Ipys y la Sociedad Interamericana de Prensa no se pronuncian sobre este yerro, la libertad de prensa comenzará a ser dinamitada por los errores de los propios periodistas. Si los diarios que ayer colocaron en primeras planas titulares tan contundentes en contra de Keiko Fujimori hoy no rectifican en la misma proporción, la sensación de que algunos periódicos se han convertido en actores políticos de una contracampaña desacreditará de tal manera a la libertad de prensa que todos empezaremos a perder.
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