La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Analizando las cifras oficiales sobre la delincuencia y las causas de fondo de la inseguridad
El gobierno se ufana de que, en materia de delincuencia, estamos mejor que algunos vecinos, y a primera vista el reporte elaborado por el Comité Interinstitucional de Estadísticas sobre el Crimen (CIEC) pareciera confirmarlo, pero si se profundiza el análisis de las cifras vemos que sí estamos ante un desborde de la delincuencia. ¿De qué nos sirve que algunos vecinos estén peor que nosotros en homicidios, si a partir del 2011 - con este gobierno- el número de asesinatos en nuestro país aumentó en 24%, y que el sicariato se expandió como un cáncer?
Pero además, hay otras estadísticas más confiables que las del CIEC que echan por tierra la “percepción positiva” que se nos quiere vender y que nos dan la razón cuando decimos que la actividad criminal se ha desbordado. Nos referimos a las Estadísticas de Seguridad Ciudadana - Informe Técnico - Marzo 2013 del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), que son de gran importancia y utilidad para diseñar una estrategia contra el crimen.
El INEI recoge, por ejemplo, cifras de las denuncias policiales de víctimas de delitos: En el 2003, se presentaron 160 mil denuncias y en el 2012 la cifra aumentó a 255 mil, lo cual supone un incremento de más del 50% en nueve años. Lo más saltante es que entre el 2003 y el 2009 el número de denuncias creció un promedio de 20 mil por año, y que con el actual gobierno saltó de 205 mil hasta 255 mil en solo un año, del 2011 al 2012.
Además, en el 2011, de cada 100 personas, 39 fueron víctimas de un delito, 22 sufrieron más de un delito y solo seis denunciaron el hecho. O sea que para tener un aproximación más exacta de la cantidad de víctimas habría que sumar la cantidad de denuncias no recibidas por la policía. Y también en el 2011, de cada 100 personas de 15 años a más, 25 sufrieron un robo o un intento de robo.
Bien que el gobierno informe las estadísticas de los homicidios, pero que lo haga en su debido contexto y que ello no suponga ocultar las demás cifras sobre la delincuencia, pues si la sociedad desconoce la realidad de las cosas poco podrá hacer para buscar soluciones.
En cuanto a la reciente exposición del ministro del Interior, Daniel Urresti, ante el Congreso, simplemente reiteró lo que ya se sabe: No tiene una estrategia propia contra el desborde delincuencial y ha hecho suya la de sus antecesores Walter Albán y Wilfredo Pedraza, quienes redujeron el problema al ámbito de la percepción y de la acción policial.
En este portal creemos que la única manera de acabar con el desborde de la delincuencia es haciendo reformas profundas en la policía, el sistema de justicia, el sistema penitenciario y los organismos de gobierno interior, pero el Presidente Ollanta Humala se resiste a hacerlas por alguna razón que desconocemos. Al inicio de su gestión, Humala entendió el problema e impulsó el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana, pero después dio marcha atrás.
A una administración que comienza a organizar su despedida no se le puede pedir grandes reformas, pero si algunas medidas, sobre todo en el tema de seguridad ciudadana, que indiquen voluntad de enfrentar los problemas de fondo. Por ejemplo, el gobierno de Humala debería dejar una idea o quizá una especie de hoja de ruta sobre qué hacer con la policía nacional, más allá de las purgas de oficiales realizadas, y que solo revelaban una voluntad de control político.
En conclusión las cifras oficiales sobre delincuencia y la gestión del gobierno ante la inseguridad adolecen de lo mismo: mucho ruido y poca consistencia. Puro espectáculo y ninguna reforma.
(17 Set 2014)
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