Editorial Política

Menos Estado= +salud, +crecimiento y -pobreza

La importancia de las reformas a favor del mercado

Menos Estado= +salud, +crecimiento y -pobreza
  • 22 de junio del 2020

El populismo está de moda, frente a la recesión, la pérdida de los empleos, y el aumento de la pobreza. No es para menos. Con la recesión más grave de los últimos cien años, con la pérdida de más de 3.5 millones de empleos y con más de tres millones de nuevos pobres (que se sumarán a los seis millones existentes) todos están de fiesta con la demagogia. 

Por ejemplo, la reciente campaña contra las clínicas privadas pretende decirnos que –ante el fracaso del Ministerio de Salud (Minsa) en la contención de la pandemia– las empresas privadas deben dejar de cobrar de acuerdo a la oferta y la demanda y, en la práctica, deben ser estatizadas. La campaña no exige más competencia para bajar los precios con mayor oferta, exige menos precio por criterios de redistribución. Y es que la muerte y la pobreza hacen saltar todos los reflejos estatistas, y por eso los políticos, periodistas e intelectuales sucumben ante la tragedia para organizar una tragedia mayor: el populismo.

El asunto es simple. El Estado y los políticos han fracasado en organizar el Estado en todo, pero absolutamente en todo. No solo no hubo previsión para comprar equipos de protección especial para el personal de primera línea, no solo no se compraron pruebas moleculares ni respiradores, sino que tampoco hay genéricos, no obstante que el Estado tiene el 80% de la oferta farmacéutica. No solo se ha fracasado en contener la pandemia, sino que el confinamiento ciego, sin inteligencia sanitaria, ha generado la recesión más grave del último siglo. Devastador.

Ante esta situación, el Estado, los políticos y algunos sectores pretenden cargarse al sector privado, no obstante que este aporta más del 85% de los ingresos del Estado, que hoy dilapidan los burócratas ineficientes. Semejante situación no puede continuar. El Estado consume alrededor de US$ 65,000 millones, un tercio del PBI antes de la pandemia. Y consumía esa cantidad porque existía un sector privado poderoso. Sin embargo, la ineficiencia es devastadora: una gran parte de esos recursos se gastan en empresas estatales y proyectos elefantiásicos –por ejemplo, el Proyecto de Modernización de la Refinería de Talara (PMRT)– y otra parte en una serie de ministerios sin utilidad social: Cultura, Ambiente, de la Mujer y el Midis. 

El enorme aparato estatal –para una economía de ingreso medio como la nuestra– determina la proliferación de oficinas que elaboran sobrerregulaciones y procedimientos hasta el infinito para justificar sus respectivas existencias. En ese contexto, el único camino es reorientar los gastos del Estado hacia los sectores salud y educación, cerrando ministerios, oficinas y empresas estatales sin utilidad social. ¿Cómo es posible que el PMRT le cueste a los peruanos US$ 5,000 millones?

Reorientar gastos hacia salud y educación no solo posibilitará convertir a ambos sectores en los centros de la acción estatal para que nunca más exista un sistema de salud sin respiradores ni equipos de protección especial, también permitirá tener un Estado más chico y más eficiente. Un Estado menos adiposo posibilitará simplificar los procedimientos, eliminando las murallas que se han levantado para excluir de la formalidad a más de la mitad de los peruanos. Los procedimientos simplificados, con menos burócratas que pagar, se convertirán en menos costosos y más accesibles para las mayorías. Con ese paso se habrá extendido un gran puente hacia la formalidad.

Pero reducir ministerios y cerrar empresas sin utilidad posibilitará mirar la reforma del sistema tributario con otros ojos. Con menos oficinas y bocas de burócratas o amigos del poder que alimentar, la reforma tendrá el objetivo de ampliar la base tributaria, antes que recaudar para la planilla engrosada. En ese camino se podrá emprender una reforma tributaria –desde 1991 no hay una– que elimine sistemas, simplifique trámites y rebaje tasas. En otras palabras, otro sólido puente para formalizar.

Y si a esto le agregamos una reforma laboral que reconozca y sancione la flexibilidad laboral que se ejerce en los mercados emergentes y populares de Lima y provincias, entonces habremos construido los puentes más importantes para unificar al Perú formal e informal. Hoy todos sabemos que no podemos enfrentar la pandemia ni enfrentar la recesión si es que no superamos la informalidad. Menos Estado entonces es más formalidad, más salud, más crecimiento y menos pobreza. ¿Qué esperamos?

  • 22 de junio del 2020

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