La comisión de Constitución del Congreso de la R...
¿Qué hay detrás de la decisión del Legislativo de ponerle fin al Gabinete Jara?
La sanción política extrema del Congreso de censurar al Consejo de Ministros por 72 votos a favor y 41 en contra es un mensaje rotundo de un poder del estado democrático que le exige al otro un cambio radical del actual estilo de gobierno basado en una supuesta pareja presidencial y en la intromisión permanente de Nadine Heredia en la función ministerial.
El Gabinete Jara ha pagado así su responsabilidad política por los excesos ilegales y reiterados de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) en perjuicio de la democracia, pero más allá de ello la decisión del Congreso cuestiona que en el actual gobierno se comparta no solo el poder presidencial sino también las facultades ministeriales, en contra del mandato constitucional.
Según la Constitución, los ministros son responsables de sus actos políticos y de los actos del presidente de la república que ellos refrendan. El jefe de Estado no es responsable político de sus actos. ¿Cómo así, entonces, se ha venido vulnerando la autonomía de la función ministerial? El nuevo Gabinete, por lo tanto tendrá que ser la expresión de una nueva manera de gobernar. Y su nuevo titular tendrá que dialogar con la oposición, pero con poder político propio. Además el presidente debería relevar a los ministros más cuestionados -Pedro Cateriano por ejemplo- como un gesto de buena voluntad hacia la oposición. Y también tendría que unir fuerzas para recuperar el crecimiento económico, lo cual implica desterrar del Gabinete a quienes promueven la sobre regulación.
La oposición superó de largo el mínimo de 66 votos que se necesitaba para la censura en circunstancias que casi todos los análisis señalaban que en esta ocasión sí se justificaba plenamente esa sanción política del Congreso.
El destape de las miles de búsquedas de propiedades y activos de políticos, empresarios y periodistas realizadas por la DINI, se sumó a otros escándalos anteriores de seguimientos de agentes de inteligencia a políticos, parlamentarios y a la vicepresidente Marisol Espinoza. Se puede afirmar que la acumulación de escándalos dejó sin oxígeno al Gabinete Jara.
El apoyo de Perú Posible no alcanzó esta vez para salvar al Gabinete que más crisis y pedidos de censura ha enfrentado, pero que, por esas cosas del azar, logró salir bien librado, como los gatos que tienen siete vidas. Eludió una potencial censura cuando el ex ministro Urresti despotricaba contra la oposición y cuando los ex-ministros Mayorga y Figallo sumaron una montaña de yerros. También atravesó un vía crucis político cuando el pleno del Congreso le negó dos veces el voto de investidura.
¿Qué lecciones podemos extraer de los choques políticos entre el Ejecutivo y el Legislativo? Por un lado hay una oposición que parece decidida a ejercer el control político sobre el gobierno, como en las democracias consolidadas, pero también ha hecho suya la reflexión sobre la gobernabilidad. Por eso a lo largo del debate parlamentario estuvieron presentes las dos variables, en una dialéctica que marcó el curso de la discusión. Por lo tanto, no se puede decir -como ha dicho el presidente Humala- que la oposición solo busca dañar la gobernabilidad.
Haría bien el presidente en contemplar la historia política peruana del Siglo XX y el actual. Si lo hace verá que antes del 2000 las colisiones entre el Legislativo y el Ejecutivo fueron antesalas de interrupciones de la democracia. Sucedió en 1945, durante el gobierno de Luis Bustamante y Rivero, en el primer gobierno de Fernando Belaúnde (1968) y en el de Alberto Fujimori (1992). En cambio, en la democracia post-fujimorista, los gobiernos de Toledo, García y Humala no tuvieron mayoría parlamentaria y sin embargo la oposición no apostó por el enfrentamiento, quizá recordando los errores del siglo anterior.
En ese contexto, es loable que en la censura al Gabinete Jara hayan estado ausentes los fantasmas de la interrupción de la democracia o la crisis de gobernabilidad.
31 - Mar - 2015
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