Los avances parciales del Ejecutivo pueden definir el resultado final

Uno de los grandes problemas de la coyuntura política nacional –en la que existe un Ejecutivo que gobierna en contra de la Constitución, en medio de denuncias e investigaciones de corrupción del entorno palaciego– es la ausencia de una alternativa en la oposición. El Gobierno se derrumba, pero no existe una salida. En ese contexto todo puede suceder, incluso que los responsables de la catástrofe nacional vuelvan a ganar las elecciones.

Una de las explicaciones de esta situación es que la oposición –dentro y fuera del Congreso– no puede organizar una estrategia más allá de la vacancia o no vacancia, no obstante que no existen votos suficientes en el Congreso. En semejante escenario, el Gobierno comienza a desarrollar batallas y avances parciales que pueden definir el resultado final con respecto a la convocatoria de una asamblea constituyente.

Los avances parciales del Gobierno no tienen una respuesta de la oposición, encallada en la estrategia de vacancia o no vacancia. Es incuestionable que los demócratas y republicanos debemos seguir bregando por la vacancia por incapacidad moral del jefe de Estado; sin embargo, ignorar las batallas y demandas parciales es olvidar el realismo en política, uno de los fatales errores de todos los sectores que son derrotados. 

¿A qué nos referimos? Por ejemplo, la economía ya no genera empleo suficiente para reducir la pobreza, y los ingresos no recuperan los niveles de antes de la pandemia. La explicación: el evidente estancamiento y caída de la inversión privada. En semejante situación las familias no pueden absorber la inflación importada proveniente de la crisis mundial. Los productos de la canasta básica se tornan en inalcanzables.

¿A quién responsabilizamos de este problema? El Gobierno y las corrientes comunistas señalarán que es una de las consecuencias inevitables del modelo económico –consagrado en la Constitución– que posibilita “la conspiración de los grupos monopólicos”. Sin embargo, si consideramos que cada punto del crecimiento del PBI genera 90,000 empleos, que para reducir pobreza en la sociedad se necesita por lo menos crecer sobre el 4% –para absorber la demanda de trabajo de los jóvenes que se integran a la economía– y que la inversión privada representa el 80% del total invertido en el país, la única explicación de la situación entonces es el estancamiento del sector privado. Sin nuevas inversiones, el PBI no crecerá lo necesario para reducir la pobreza.

La oposición nunca ha hecho una conexión impostergable: que los anuncios de la constituyente y las nacionalizaciones son las causas centrales del estancamiento de la inversión privada. Igualmente, tampoco se ha animado a defender al sector privado derogando los decretos laborales que prohíben la tercerización y fomentan la sindicalización a rajatabla. No hay oposición en esos temas.

Asimismo, la oposición ha olvidado la defensa de la meritocracia en la educación, mediante la defensa de la Ley de la Carrera Pública Magisterial. Ni qué decir en el cuidado de la macroeconomía: el Estado ha programado pagos por el Fonavi por más de S/ 40,000 millones y otro monto similar por preparación de clases docentes del magisterio. Ambos desembolsos representan más del 7% del PBI. ¿De dónde va a salir ese dinero? ¿Acaso ya no importa el déficit para evitar el fantasma de la inflación?

La ausencia de planteamientos parciales en la oposición en general no permite explicarle a la gente que la falta de empleo y la subida de los precios de la canasta básica se vuelven oleadas aterradoras para la ciudadanía únicamente por la caída de la inversión privada.

Si la oposición no presenta alternativas que se vinculen con la situación de la gente, comenzará a ser funcional con la estrategia gubernamental que busca destruir la economía, el empleo, la inversión privada, el proceso de reducción de pobreza, la estabilidad macroeconómica del país y algunas reformas sectoriales. Si las cosas siguen por ese rumbo la economía y la sociedad se desplomarán, y luego se impondrá el relato acerca de que todo proviene del fracaso del modelo y de la Constitución.