La oposición debe aprender del frente único de los comunistas

Vladimir Cerrón representa a la izquierda comunista procubana, más vinculada directamente al eje del Foro de Sao Paulo. El líder de Perú Libre suele decir que su partido no tiene nada que ver con el Gobierno de Pedro Castillo; sin embargo, controla el Ministerio de Salud a través de activistas sin calidad ni formación profesional. Y en los momentos límites para el Ejecutivo, el partido del lápiz cierra filas en defensa de Castillo 

De otro lado, el Movimiento por la Amnistía de Derechos Fundamentales (Movadef), movimiento político de orientación maoísta, con vínculos con Sendero Luminoso, controla el Ministerio de Educación (Minedu) a través del Frente Nacional de Trabajadores de la Educación Peruana y tienen un papel decisivo en la estructura de prefectos y subprefectos. 

Entre Perú Libre y el Movadef hay abismos siderales en cuanto a interpretaciones ideológicas. Los maoístas consideran a los procubanos como simples pequeño burgueses y revisionistas, y los dos partidos consideran al Gobierno de Castillo como un proyecto nacionalista y pequeño burgués que cede al neoliberalismo. Sin embargo, todas estas corrientes comunistas, colectivistas e izquierdistas están unificadas en el objetivo de convocar una asamblea constituyente que entierre la Constitución de 1993 y “el régimen económico neoliberal”.

¿Cómo así estas izquierdas, tan disímiles, tan enfrentadas y distantes, mantienen una unidad política y de acción? El asunto tiene que ver con la estrategia y táctica bolchevique y maoísta del llamado “frente único”: las corrientes comunistas reconocen su debilidad, que no les permite tomar el poder por sí solas, y convocan a la más amplia unidad de todos contra el enemigo principal: la derecha, el empresariado y las transnacionales. El principio se podría resumir en que “todos los enemigos de mi enemigo principal son mis amigos”.

La estrategia y táctica del frente único, en realidad, es un método de política y guerra que la humanidad desarrolló en determinados momentos de la historia universal. Por ejemplo, la unidad de las ciudades griegas contra el imperio persa. Sin embargo, el leninismo y el maoísmo convirtieron la práctica del frente único en teoría y práctica. Los bolcheviques se aliaron con los mencheviques para derrotar el zarismo; Stalin promovió la alianza con Churchill para derrotar al nazismo, y Mao Zedong forzó a Chian Kai-Shek a formar al frente nacional para derrotar al nacionalismo japonés. Los comunistas sofisticaron esta práctica y la convirtieron en clave de sus avances.

En la oposición peruana no existe nada parecido a la idea de un frente único. Es decir, no se ha logrado unificar a todos los sectores que se oponen a una asamblea constituyente y al cambio de modelo económico basado en la inversión privada y la desregulación de mercados. En esa falta de unidad de la oposición, a nuestro entender, estará la diferencia entre el triunfo o la derrota de la libertad en el Perú.

La oposición se ha dividido entre “consecuentes vacadores versus tibios y pragmáticos”, entre “jóvenes políticos versus viejos políticos desgastados”. Son diferencias que le restan eficacia a la oposición peruana y le permiten al Gobierno seguir avanzando en temas parciales (decretos laborales, control maoísta del sector educación, copamiento de prefecturas y destrucción de las regiones mineras).

La oposición necesita unir a perro, pericote y gato en la defensa irrenunciable de la Constitución, las libertades y el modelo económico, porque tiene un enemigo principal: el proyecto bolivariano de la asamblea constituyente. En ese camino estará en condiciones de combinar la movilización ciudadana con avances parciales a favor de la democracia y la economía de mercado (derogatoria de decretos laborales y freno a la estrategia maoísta en el Minedu, por ejemplo).

Si se avanza por esa ruta, la oposición podrá combinar la movilización ciudadana en las calles con las actividades opositoras en el Congreso. Y de esa manera, tarde o temprano, llegarán los votos a favor de la vacancia o cualquier mecanismo constitucional para iniciar la urgente transición del desastre gubernamental. 

En realidad, el gran objetivo de un gran líder de la oposición es unir a todos los demócratas y republicanos en una gran mesa de unidad.