Editorial Política

La libertad nace del choque de intereses

La libertad nace del choque de intereses
  • 11 de octubre del 2016

Debate crucial para consolidar la democracia

Para descalificar a los opositores a la reforma estatista de la educación que impulsa desde el Ministerio de Educación el titular del sector, Jaime Saavedra suele señalar que aquellos defienden “los intereses de las universidades privadas”. En este caso Saavedra parece autoproclamarse representante de los intereses del Estado, de la Nación, en contraposición a los “intereses privados”.

El argumento del mencionado ministro es muy parecido al que suelen utilizar los radicales antimineros para descalificar a quienes defienden la importancia de la minería en el crecimiento, el desarrollo y la reducción de pobreza en el país. Se suele afirmar que quien elogia a la minería responsable defiende el interés de “la compañía explotadora”.

Es hora de terminar con esta especie de estribillo argumentativo que, a entender de este portal, representa uno de los mayores logros culturales de la izquierda estatista en el desarrollo de su estrategia de poder. Antes de que existiera la democracia moderna, cuando los reyes y las noblezas eran la representación del Estado, los monarcas solían sostener que ellos representaban el interés del pueblo por mandato divino. Cualquier otro interés era negado y el rebelde era decapitado.

Luego del advenimiento de la ilustración y en plena época moderna también se conocieron regímenes que invocaron la representación de la “nación”, la “raza” o la “clase” para anular la representación de otros intereses: en el fascismo y el bolchevismo el defensor del “otro interés” engordaba los cementerios. La democracia y la libertad, entonces, prosperaron tal como las conocemos hoy porque las revoluciones que cancelaron las monarquías absolutas exigieron la representación de la pluralidad de intereses de la sociedad. Con el rey decapitado, la necesidad de representar el choque de intereses de la llamada sociedad civil, inevitablemente, condujo a la democracia moderna de hoy.

En este contexto, el Estado se convirtió en el terreno natural del conflicto y disputa de intereses. Y la democracia se vio obligada a perfeccionar el sufragio para crear un sistema representativo de instituciones que expresaran la pluralidad de intereses de la sociedad civil. En otras palabras, la expansión de la libertad solo fue posible porque hubo una dialéctica entre el Estado moderno y el sistema de representación alrededor de los intereses de la sociedad.

Cuando Saavedra y los ecologistas radicales descalifican a los adversarios por otros intereses, de una u otra manera, reeditan una tradición autoritaria. Si se tuviese que definir a un ciudadano de la sociedad moderna, la palabra interés podría ser un sinónimo, pues solo Dios y los ángeles no tienen intereses.

Un claro ejemplo de esta ofensiva ideológica es el ataque al “lucro en la educación” de parte de los defensores del modelo de universidad asociativa (Católica y Garcilaso, por ejemplo). A partir de allí se pretende negar los beneficios tributarios para las universidad societarias (privadas) en caso de reinvertir en el claustro, no obstante que la Constitución reconoce ese derecho. Vale señalar que las universidades asociativas no pagan impuestos, y si bien los excedentes no se distribuyen entre accionistas —como en las privadas— se suele distribuir entre las coaliciones de profesores de izquierda.

Algo parecido sucede con la argumentación del radical antiminero, quien también defiende intereses. Detener la minería moderna tiene un interés político: lentificar el crecimiento para expandir la impaciencia y resucitar el discurso estatista en el 2021. Pero también está el interés de muchas ONG que buscan paralizar la producción del cobre peruano para beneficiar a los grandes traders mundiales del metal rojo, que cuentan con gigantescos stocks. Con menos oferta, los precios caen y las ganancias son inimaginables.

Construir una cultura democrática, pues, pasa por reconocer la pluralidad de intereses de la sociedad y entender que las instituciones de la democracia representativa se crearon para que los intereses colisionen en busca del justo medio o la mejor aproximación al interés general.

  • 11 de octubre del 2016

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