La comisión de Constitución del Congreso de la R...
El economista César Peñaranda, ex jefe del gabinete de asesores del Ministerio de Economía durante la gestión de Carlos Boloña –época en que se materializaron las reformas de las noventa–, en un artículo de este portal, ha calificado el periodo 2014-2023 como una década perdida por las bajas tasas de crecimiento, insuficientes para seguir reduciendo la pobreza. Peñaranda señala que el 2014 el PBI solo creció 2.4%, una tendencia que se ha mantenido y que, en el 2023 incluso descenderá. Agrega que el promedio de crecimiento anual entre el 2014 y el 2023 será de 2.9%.
Vale señalar que la década anterior al 2014, la economía en promedio creció sobre el 5% y, en términos generales, fueron los años de mayor reducción de pobreza en el país (a inicios de los noventa, la pobreza en el Perú sobrepasaba el 60% de la población). El concepto de década pérdida es extremadamente valioso para entender por qué el Perú hoy ha vuelto a ser una sociedad que aumenta su pobreza. Antes de la pandemia este flagelo social llegaba al 20% de la población; sin embargo, luego del coronavirus y después del Gobierno de Pedro Castillo y la propuesta de la constituyente, la pobreza afecta al 27.5% de los peruanos. Es decir, más de nueve millones de peruanos o casi un tercio de la población.
Si bien la relación entre pobreza y triunfos electorales de la izquierda no es directa, porque se debe a diversos factores (allí está el avance del colectivismo en Chile, la sociedad menos pobre en la región), en el Perú la amenaza antisistema ha estado presente en las últimas elecciones nacionales, y Pedro Castillo llegó al poder a pesar de que la pobreza se batía en retirada. ¿Qué puede suceder si la pobreza vuelve a ser protagonista de la sociedad? ¿Se multiplican las posibilidades del discurso antisistema? Es evidente que sí.
No es novedad que las corrientes colectivistas, izquierdistas y comunistas, adrede, buscan que las sociedades aumenten la pobreza para que el discurso anticapitalista alcance legitimidad en la sociedad. Si se reduce la pobreza es extremadamente complicado demonizar a la inversión privada como el origen de la exclusión, la desigualdad y la pobreza. En un contexto de reducción de pobreza, las izquierdas comunistas, tal como sucedió en Chile en un primer momento, dejan de criticar el modelo de mercado y se focalizan en temas como los de Derechos Humanos, la ideología de género, los asuntos ambientales y la desigualdad en general.
Con ese tipo de discurso la izquierda chilena desató la insurrección octubrista, convocó a la Convención Constituyente y paralizó el milagro económico y social del sur. Recién en ese momento se enfiló contra la economía de mercado. Felizmente, hoy las mayorías ya han aplastado a estos sectores en dos elecciones nacionales.
Tal como van las cosas, el aumento de la pobreza en el Perú, por el contrario, podría consolidar el discurso anticapitalista que promueve las expropiaciones, las nacionalizaciones y se resume en la propuesta de la asamblea constituyente y la estrategia soviética, sin necesidad de esconder el objetivo central del programa colectivista, tal como sucedió en Chile. El discurso posmoderno de la ideología de género tiene pocas posibilidades de prosperar con casi un tercio de la población en pobreza.
Por otro lado, el aumento de la pobreza incrementa la tendencia de sectores de la sociedad a aceptar los programas políticos que se basan en la dádiva estatal y humillan la condición soberana de los individuos. En este contexto, los políticos de izquierda y derecha tienden al populismo y la demagogia en una disputa por el voto ciudadano sin comprender que ha comenzado la caída libre de una sociedad en la trampa totalitaria. El chavismo en Venezuela para perpetuarse en el poder convirtió a una de las sociedades con más clases medias del continente en una con la mayor pobreza de toda la región.
La relación entre pobreza y totalitarismo sí parece ser directa.
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