Editorial Política

La amenaza colectivista ya toca tu puerta

La amplificada presencia antisistema en el Congreso

La amenaza colectivista ya toca tu puerta
  • 27 de enero del 2020


Es impresionante cómo los resultados electorales de las elecciones al Congreso del domingo pasado ensombrecen el futuro de la República. Especialmente considerando que en las elecciones del 2016 disputaron la segunda vuelta dos fuerzas promercado. ¿Qué ha sucedido para que hoy cerca de un tercio de los nuevos congresistas sean representantes del etnocacerismo y las corrientes comunistas anticapitalistas? ¿Qué ha acontecido para que un personaje tan singular como Daniel Urresti, de Podemos, se constituya en una especie de fiel de la balanza entre los sectores democráticos y comunistas? ¿Qué ha pasado también para que en vez de las derechas conservadoras de ayer en el Congreso los representantes del Frepap, un movimiento teocrático en base al Antiguo Testamento, hoy lideren la crítica a la llamada ideología de género?

La respuesta parece simple. Las fuerzas republicanas en vez de construir la República, se dedicaron a hacer la guerra, a destruirla desde adentro, a mermar la credibilidad de las instituciones y los partidos, a tal extremo que voto y protesta se convirtieron en sinónimos en la última elección. La responsabilidad en esta brutal crisis de representación es absolutamente de todos, tanto de la frivolidad caviar como de la soberbia fujimorista. En este portal lo dijimos desde que salimos a la luz pública: la polarización fujimoristas versus antifujimoristas iba a envilecer de tal manera a las instituciones que la aparición del antisistema sería cuestión de cronogramas. 

Hoy el antaurismo ha ganado prácticamente todo el sur del Perú y, estamos casi seguros de que caviares y fujimoristas sienten ese vacío que producen los miedos cervales. Y es que el etnocacerismo es un huracán de ideología simplista pero eficaz, una tormenta de voluntad, organización y acción política. Y, ¿quién ha dicho que los peruanos estamos inmunes a las salidas autoritarias y fascistas, si los desenlaces excepcionales en una república son trabajados a pulso por la miopía de las élites?

Si bien las fuerzas antisistema no serán mayoría en el nuevo Congreso su número exagerado bloqueará cualquier posibilidad de reforma y alimentará la legislación anticapitalista con “la acción directa de las masas”. Las normas contra las inversiones mineras y el capitalismo intensivo en todos los sectores de la economía se multiplicarán, buscando paralizar el crecimiento. En este escenario, el juego frívolo del Ejecutivo de arrinconar al Congreso, simplemente ha terminado. El antisistema estará más que blindado ante cualquier tipo de presión.

Por todas estas consideraciones, es hora de que todas las fuerzas republicanas, ya sea de derecha o de izquierda, detenga la guerra política absurda, que se expresa en una brutal judicialización de la política, y se dispongan a elaborar acuerdos para enfrentar la amenaza comunista. 

La negación lleva a muchos sostener que no hay nada nuevo bajo el sol, que el nuevo Congreso estará paralizado y solo durará un año. No conocen de historia, de cómo fracasan las élites políticas y sirven las mesas a las salidas excepcionales. El etnocacerismo ha llegado al Congreso para acumular fuerzas, para engordar a costa de la incapacidad de la administración Vizcarra y el fracaso de las élites. Y ese fracaso se hará evidente cuando ni siquiera se logre formar una coalición en el Legislativo que le otorgue cierta estabilidad al sistema político, que defienda la Carta Política y evite la arremetida anticapitalista dentro del recinto parlamentario y en la acción directa en las calles.

Con los nuevos actores que analizamos, la política en el Perú parece empezar un viaje hacia el pasado. Y lo más grave es que ni siquiera estamos de regreso a los años ochenta, en que existían formaciones políticas con programas y organización que –más allá de la precariedad democrática de la época– soñaban con construir una república. El viaje hacia el pretérito nos lleva al faccionalismo del siglo XIX, pero los singulares movimientos fascistoides y teocráticos que reclaman la herencia andina nos empujan incluso más atrás, hacia un mesianismo andino que alguna vez surgió luego de la Conquista. 

Es hora de reflexionar. A veces los momentos o sensaciones límites sirven para sacar lo mejor de las élites que fracasan sin cesar.

  • 27 de enero del 2020

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