La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Sobre marcha anunciada por emprendedores y jóvenes que tienen empleo informal
Ante la estampida frente a la reforma laboral de los líderes políticos que, haciendo sumas y restas, llegaron a la conclusión de que no era rentable seguir apoyando la ley que busca formalizar el empleo juvenil entre 18 y 24 años, el viernes pasado, algunos dirigentes del emporio comercial de Gamarra intentaron convocar una movilización, pero las fiestas navideñas son los mejores momentos de ventas del año. El empresario no puede contradecir su naturaleza capitalista. La iniciativa se postergó para enero.
Creemos que, de una u otra manera, esa noticia revela el abismo que existe entre Perú oficial, sus líderes políticos, con el mundo que ha emergido en las últimas décadas, con los miles de empresarios populares que le han cambiado el rostro al país.
Mientras que los colectivos de las juventudes universitarias, altamente ideologizados, con nexos con el espacio público tradicional, señalan que “los empresarios aprovecharán las rendijas de la ley para despedir a trabajadores y contratar con el régimen flexible del empleo juvenil”, en Gamarra las centenares de jóvenes que hacen colas para conseguir empleo en los talleres de confecciones, en las tiendas de ventas, y diversos servicios que se han creado, miran de una manera diferente una ley que les permitirá tener vacaciones y seguro social. El nivel mediático del debate ha permitido conocer varios enfoques de esa norma.
En los espacios tradicionales y de las organizaciones juveniles ideologizadas, los empresarios y los trabajadores son enemigos irreconciliables, que se miran frente a frente, aguardando el primer zarpazo del enemigo de clase. Muy por el contrario, los líderes de Gamarra empiezan a preparar una marcha de empresarios y jóvenes para enero. ¿Qué podría suceder si la marcha de Gamarra es masiva frente a la raleada protesta de los jóvenes ideologizados?
El hecho de que la mayoría de los líderes políticos le hayan retirado el apoyo a la ley del empleo juvenil y ahora exijan derogarla, no es solo un problema para la mencionada norma, sino que inviabiliza cualquier posibilidad de una reforma laboral integral de aquí hacia el 2016. La derogatoria de la ley juvenil sería el fin de cualquier proyecto en ese sentido. Tremendo problema para retomar los niveles de crecimiento previos a la desaceleración actual y terminar con más del 80 % de informalidad laboral de la PEA.
Tal como ya lo hemos dicho, cualquiera que sea el ángulo desde el que se analice, no hay argumentos de peso para derribar una ley de carácter temporal que promueve la formalización del empleo juvenil. Se ha sostenido que se recortan derechos para los muchachos, pero según cifras del INEI, el 9.2% de los jóvenes de 18 a 24 años están desempleados y el 57.3% trabajan en la informalidad. ¿De qué derechos se habla?
Según la nueva norma, por el contrario, se les garantizará sueldo mínimo, 15 días de vacaciones al año, jornada de 8 horas de trabajo, protección contra el despido injustificado, pago obligado del sobretiempo, fondo de jubilación y seguro social de salud subsidiado por el Estado en el caso de las Pymes (unos S/. 635 millones al año).
Otro dato importante. Según el Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial de la Cámara de Comercio de Lima, el Perú tiene los sobrecostos laborales más altos de la Alianza del Pacífico y de América Latina. Los empresarios peruanos asumen hasta un 60% de estos sobrecostos mientras que en Colombia es de 54%, en México 36% y en Chile 32%.
Con estas noticias y argumentos sobre la mesa, y ya que se trata de un asunto de cálculo político, aquí va la pregunta: ¿Qué sucede si la marcha de Gamarra es multitudinaria y demuestra que los jóvenes radicalizados solo se representan a ellos mismos? Bueno, pues, ya que la campaña electoral empezó, ¿quién se propone captar los votos de estos sectores populares? ¿Quién comienza a organizar una estrategia de campaña victoriosa?
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