Todos los observadores han señalado que las dos tareas principa...
Marx, a pesar de representar la suma de todos los yerros económicos y filosóficos, parafraseando a Hegel, acertó cuando sostuvo que la historia no se repite dos veces, porque la tragedia se convierte en una comedia. El intento de la izquierda progresista de perpetrar un nuevo golpe de masas que creara una crisis de gobernabilidad y encumbrara a una minoría para controlar el proceso electoral –tal como sucedió con el gobierno provisional de Francisco Sagasti– terminó en un rotundo fracaso.
Una movilización pacífica de 5,000 personas fue rápidamente dispersada en las afueras del Congreso porque una vanguardia de activistas pretendió encender una hoguera y reventó petardos que ponían en peligro la vida de policías y manifestantes. La PNP, en el acto, implementó un plan impecable de control de toda la avenida Abancay, y en pocos minutos la movilización fue dispersada. Sin embargo, una vanguardia de activistas –de milicianos, de acuerdo a los manuales clásicos– de alrededor de 200 individuos desató una verdadera batalla campal utilizando todo tipo de armas letales en contra de la PNP.
Los vándalos utilizaron adoquines partidos (provenientes de las propias calles) para intentar desgraciar la vida de los efectivos de la PNP. Asimismo laanzaron botellas de gasolina a los policías con el objeto de quemarlos. Igualmente, utilizaron fuegos artificiales que eran lanzados sobre los efectivos con el objetivo de que se encendieran en los uniformes policiales. Se trataba de producir bajas letales. El ataque de estas vanguardias dejó alrededor de 49 policías heridos, algunos de ellos de extrema gravedad, y un civil herido (al cierre de esta edición).
Para cualquier analista con cierto sentido común es incuestionable que la guerra que desataron las vanguardias y el intento de asesinar efectivos de la PNP alejará cualquier posibilidad de que las mayorías nacionales se congracien con este tipo de convocatoria. En ese sentido, la decisión del Ejecutivo de evitar a cualquier costo una muerte civil se ha cumplido de principio a fin. En este contexto, la visita del presidente José Jerí al campamento de heridos de la PNP que se organizó cerca del Congreso representa un respaldo necesario y urgente a la institución policial.
El intento de la izquierda de perpetrar un nuevo golpe de masas en contra de un gobierno constitucional, entonces, ha fracasado. Sin embargo, la manera cómo los efectivos de la PNP, virtualmente, fueron masacrados revela cómo la izquierda ha ganado la narrativa de la seguridad ciudadana, sobre todo con respecto al uso legítimo de la fuerza constitucional. Hoy, por ejemplo, más de 200 efectivos de las fuerzas de seguridad están judicializados, inclusive algunos de ellos con prisión preventiva, por haber defendido el Estado de derecho, por haber evitado la instalación de una asamblea constituyente, luego del golpe fallido de Pedro Castillo. ¿Cómo se puede mantener la ley y el orden si estos despropósitos siguen sucediendo?
Asimismo, una de las cosas más lamentables en las imágenes de ayer es el hecho de que solo diez vándalos fueron apresados cuando agredían a la PNP. Lo mínimo que se debería pedir es que exista un proceso sumario y sentencias ejemplificadoras porque los efectivos de la PNP no pueden ser masacrados ante la vista de todos los peruanos de buena voluntad. En cualquier caso, ahora que la PNP está a cargo de la investigación preliminar tiene una extraordinaria oportunidad de documentar las pruebas y emplazar al Ministerio Público y al Poder Judicial a cumplir con sus responsabilidades constitucionales y legales.
En cualquier caso, el Estado de derecho y la gobernabilidad siguen a buen recaudo en el país, pese a la suma de errores de los últimos días.
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