Editorial Política

El Perú rumbo a la anarquía

Congreso no puede elegir a sucesor de Merino

El Perú rumbo a la anarquía
  • 15 de noviembre del 2020

Como si el siglo XIX, repleto de asonadas militares que invocaban a la calle y a las masas, resucitara en el siglo XXI, el fin de semana se escenificó el capítulo más turbulento de nuestra reciente historia. Todos los activos institucionales y políticos que se acumularon en las dos décadas fueron empujados al borde del precipicio: marchas masivas de jóvenes –sobre todo en Lima– desencadenaron las muertes lamentables de dos muchachos, que precipitaron la caída del Gobierno de Manuel Merino y del Gabinete Antero Flores-Aráoz. Sin embargo, el siguiente capítulo de la tragedia republicana habría de ser más sombrío.

Las bancadas de Acción Popular, Fuerza Popular y Alianza para el Progreso, abandonaron sus responsabilidades con la construcción republicana, renunciaron a la mesa directiva del Legislativo y se allanaron a las presiones de quienes sostenían que estos grupos no podían participar en la elección de una nueva mesa directiva por haber votado a favor de la vacancia. Y, como las bancadas mayoritarias renunciaron a representar a sus electores –en un acto inédito en las historias constitucionales– solo quedaron los grupos minoritarios del Frente Amplio y del Partido Morado como los únicos electores. 

En otro acto que impresiona, que deja anonadado a cualquier espectador, se presentó una lista única para la mesa directiva, encabezada por Rocío Silva Santisteban, del Frente Amplio, quien al ejercer la titularidad del Legislativo, se convertía en el nuevo jefe de Estado de la República. El nuevo presidente del Legislativo iba a ser Francisco Sagasti, quien iba en calidad de vicepresidente de la señalada mesa directiva. Sin embargo, la lista de Santisteban no alcanzó los votos para ser ungida. Mientras algunos alentaban las movilizaciones de jóvenes como los grandes electores de las instituciones, el sistema republicano se desbarrancaba en la anarquía general.

Horas después de la dimisión de Merino, las instituciones eran incapaces de formar un Gobierno en medio de una las crisis institucionales, políticas, económicas y sociales más devastadoras de los últimos años. La expresión de la hondura de la crisis quizá se exprese en la posibilidad –ahora negada– de haber elegido a Silva Santisteban en la línea de sucesión presidencial, no obstante que ella cultiva una ideología y una política abiertamente en contra de la actual Carta Política. En otras palabras, la imagen era aterradora: se elegía a un jefe de Estado para que sepultara a todas las instituciones existentes, porque para todos es conocido que la mencionada lideresa del Frente Amplio suele plantear la urgencia de una asamblea constituyente para redactar una constitución anticapitalista.

La anarquía de la República se desata en el preciso momento en que la pasada administración Vizcarra deterioró el sistema político, institucional, económico y social a niveles impensados. Ya no solo se trata de que el sistema político ha sido destruido con la prohibición de la reelección de los congresistas y la negativa a instalar un Senado, sino que el modelo económico y social comienza a ser desmontado ladrillo por ladrillo por la guerra adolescente que sostuvieron el Ejecutivo y el Legislativo antes de la vacancia presidencial. 

Hoy el PBI no solo se contraerá en 15%, no solo se perderán más de siete millones de empleos, no solo se arrojará temporalmente a cerca del 30% de la población debajo de la línea de la pobreza, sino que el déficit fiscal sobrepasará el 10% del PBI y el endeudamiento público rozará el 40% del PBI. En este contexto de crisis política, institucional, económica y sanitaria (por una pandemia que todavía está presente) los políticos desarrollan un sainete que quedará registrado en nuestra historia.

Sin embargo, la esperanza es lo único que se pierde. Las elecciones convocadas para el 2021 deben ser el gran objetivo nacional de todos los peruanos, y todos debemos exigir que los políticos dejen de legislar sobre el modelo económico. Finalmente todos los causantes de la gran crisis republicana solo deben limitarse a restablecer un mínimo de gobernabilidad y estabilidad, y dejar las cosas para las nuevas autoridades del 2021.

  • 15 de noviembre del 2020

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