Editorial Política

El escándalo de la Católica y la reforma universitaria

Cobros indebidos por más de S/ 30 millones en la PUCP

El escándalo de la Católica y la reforma universitaria
  • 17 de diciembre del 2018

 

La Universidad Católica (PUCP) fue el centro ideológico de la actual “reforma universitaria” de corte estatista. De allí nació la primera propuesta para crear una superintendencia nacional de educación superior universitaria que empoderara al Estado —en vez de los consumidores—, y de allí también surgieron las campañas para que las universidades privadas no tuvieran los mismos beneficios tributarios que las universidades asociativas (como la PUCP) porque eran entidades que solo “buscaban el lucro”.

Sin embargo, este discurso socializante, colectivista, se estrelló en las cumbres de la PUCP: el escándalo de cobros indebidos a los alumnos desencadenó la renuncia del ex rector, Marcial Rubio, y de todo su equipo rectoral. Las irregularidades se debían a que la PUCP, desde varios años, cobraba medio crédito por la demora en el pago de una boleta de pensiones. El adicional por la demora en el pago de la boleta representaba entre S/ 128 y S/ 488. Hoy, luego de las protestas de los alumnos, de que la Defensoría del Pueblo y el INDECOPI tomaran cartas en el asunto, no solo renunciaron las autoridades rectorales, sino que la universidad se ha comprometido a devolver los más de S/ 30 millones cobrados. La rúbrica final de este escándalo es que se conoció una planilla dorada de profesores que recibía entre S/ 3,000 y S/ 5,000 como un bono de manera irregular. Terrible.

Marcial Rubio - PUCP

No obstante que la PUCP es dueña del centro comercial Plaza San Miguel —que produce millonarios alquileres— y que cobra una de las pensiones más altas del sistema universitario, ¿cómo así sus autoridades cometieron este “desliz de los cobros indebidos”? ¿Acaso no era el claustro de “la decencia”, que combate el lucro en la educación? La visión de este portal es económica: la PUCP es una universidad que cobra como privada, aunque no se gestiona ni distribuye dividendos como una privada. Pero más allá de la argumentación ideológica, a nuestro entender, a la PUCP le falta más competencia. Finalmente las universidades de la Ivy League de Estados Unidos no se gestionan como privadas, pero se desarrollan en un entorno de feroz competencia.

Con el escándalo de la PUCP, entonces, ya sabemos que corrupción, lucro, e irregularidades existen en las universidades privadas, en las asociativas (Católica y Garcilaso) y en las estatales. En la PUCP, las coaliciones de profesores de izquierda, en la práctica, han convertido a esta universidad en un bastión inexpugnable de las visiones aderezadas de la centro izquierda. La politización comenzó a ser extrema y eso viene con más control, discrecionalidad e irregularidades.

Quizá por esta tendencia en la Católica surgió un mensaje que pretendía demonizar al sector privado, señalando que la existencia del lucro de las universidades privadas era la fuente de la mediocridad universitaria, ignorando la responsabilidad del Estado en la crisis universitaria. El objetivo: evitar la competencia de los claustros privados de calidad que le restaban alumnos en las nuevas clases medias (por las pensiones altas) y obligaba a bajar o estandarizar cobros. El surgimiento de universidades privadas de calidad, pues, obligó a la PUCP, como se dice, a ponerse los pantalones. Finalmente, el reclamo de los alumnos —que comparan pensiones con otros claustros privados de calidad— es parte de esa competencia que ha empezado a desarrollarse desde dos décadas atrás. Pero falta demasiado para una oferta plural y competitiva en la educación superior.

Para que exista competencia debe existir pluralidad de oferta: es decir, buenas universidades estatales, asociativas y privadas. Con más competencia, las coaliciones de izquierda que controlan a la PUCP tendrían que ceder a una gestión más eficiente. Pero para que exista más competencia los claustros deben avanzar con un sistema de acreditación, permanente, vivo, tal como sucede con las universidades de Estados Unidos. Igualmente, nadie debería cuestionar la igualdad tributaria establecida en la Carta Política para todos los modelos de universidad. De lo contrario sería imposible pensar en competencia: volverían a existir las universidades estatales para los pobres y las asociativas (PUCP) para los ricos.

Como se aprecia, detrás de la crisis de la Católica existe una agenda de fondo sobre la reforma de la educación superior.

 

  • 17 de diciembre del 2018

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