Editorial Política

El Congreso en la encrucijada

El papel de la mayoría legislativa hacia el 2021

El Congreso en la encrucijada
  • 27 de junio del 2018

 

Si bien el cuarto gobierno democrático post Fujimorato enfrentó la peor crisis de gobernabilidad de los últimos 18 años, con la renuncia del ex presidente Pedro Pablo Kuczynski, es evidente que el cronograma constitucional hacia el 2021 sigue corriendo dentro de los cauces republicanos. Para sorpresa, como se dice, de tirios y troyanos.

No obstante los niveles de desaprobación y el descrédito de las instituciones, algo diferente acaece con la democracia si la comparamos con otras experiencias previas. Es como si hoy la República gozara de más resiliencia ante las crisis políticas e institucionales. Por ejemplo, los choques Ejecutivo versus Legislativo durante la administración pepekausa, en el siglo pasado inevitablemente habrían culminado con una interrupción constitucional.

En este contexto, es urgente desarrollar un balance del Congreso de la República, sobre todo considerando que la última elección nacional consagró una mayoría absoluta de Fuerza Popular, hoy convertida en mayoría relativa. Y sobre todo considerando también que el Ejecutivo, ya sea en su pasada versión Kuczynski o en la actual de Vizcarra, se caracteriza por su debilidad política.

A entender de este portal, la conducta de Fuerza Popular como mayoría legislativa sorprende por su distancia de las reformas urgentes que necesita el Perú para sortear la temida trampa de ingresos medios: un problema que afecta a las sociedades que —gracias a una primera generación de reformas— crecen vertiginosamente reduciendo pobreza, pero que no pueden continuar con la expansión económica por la falta de una segunda ola de reformas. Ante el estancamiento económico, los ex pobres se desesperan y suelen votar por propuestas estatistas y caudillos mesiánicos en contra el modelo que los sacó de la pobreza.

Por todas estas consideraciones es difícil entender la distancia de Fuerza Popular de la urgente reforma laboral, de la reforma del sistema de justicia, de la reforma electoral, del relanzamiento de las asociaciones público privadas y del sistema de obras por impuestos para resolver los déficits de infraestructura, y de la necesidad de movilizar a la sociedad alrededor de las reformas educativa y de salud. Es complicado entender semejante conducta, más aún cuando la primera ola de reformas es obra del fujimorato de los noventa, más allá del autoritarismo y la corrupción.

Desde el simple sentido común cualquiera hubiese sostenido que Fuerza Popular iba a aprovechar su mayoría en el Congreso para construir el segundo piso institucional de la República, que desarrollara democráticamente y consolidara las reformas económicas y sociales de los noventa. No solo el fuerzapopularismo dejaría un legado institucional, sino que nacería un nuevo fujimorismo, un fuerzapopularismo institucionalizado. Para decirlo de una manera más simple: el fujimorismo ha desarrollado una primera ola de reformas con autoritarismo, pero habría demostrado su valía democrática con una segunda generación de reformas en democracia.

Sin embargo, eso no ha pasado hasta hoy y el cronograma institucional sigue corriendo. Muy por el contrario, en algunas circunstancias Fuerza Popular parece avanzar en contra de su identidad y de su naturaleza. Al respecto siempre vale señalar que la identidad del fujimorismo en los sectores populares se basa en dos imágenes: anticomunista (por la guerra contra Sendero) y antipopulista (por la lucha contra la hiperinflación con reformas).

No obstante, el fuerzapopularismo en el Legislativo ha contemporizado con la Ley de Cabeceras de Cuenca —que pretende prohibir las inversiones en cobre sobre los 3,000 metros sobre el nivel del mar—, promueve normas mercantilistas (como el intento de prohibir el uso de la leche de polvo importada en la elaboración de leche evaporada y lácteos), duda de la necesidad de ampliar la vigencia de la Ley de Promoción Agraria, parece desentenderse del etiquetado de los alimentos industriales en base al sistema de semáforos y promueve normas que crean problemas fiscales.

En cualquier caso el fuerzapopularismo en el 2021 no solo será juzgado por su papel opositor sino, sobre todo, por la manera como ejerció su condición de mayoría legislativa. Pero vale recordar que nunca es tarde para recuperar el tiempo perdido.

 

  • 27 de junio del 2018

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