La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Sobre una estrategia de la izquierda para dividir a los demócratas.
En el Perú, sin saber cómo, estamos ingresando a una guerra anticlerical que, a estas alturas, se muestra absurda e incomprensible. A nuestro entender la polarización contra la jerarquía eclesial es promovida por la izquierda que pretende apropiarse de las reivindicaciones planteadas a favor del matrimonio homosexual y otros derechos civiles.
Sin temor a equivocarnos se puede afirmar que la estrategia de la izquierda a favor de estas demandas ha sido funesta y devastadora. No se necesita ser demasiado zahorí ni contar con encuestas de la última semana para saber que hoy la causa de las minorías sexuales ha retrocedido décadas. Ahora existe menos tolerancia que ayer. Y es que la izquierda no le interesan estas causas, sino que desarrolla una estratagema precisa de poder.
En los grandes debates sobre la historia del país se suele afirmar que la Iglesia y el Ejército son instituciones previas al Perú y que, de una u otra manera, no se podría concebir la idea de nación al margen del Catolicismo. De allí que cualquier estrategia de libertad y reforma de derechos civiles debería considerar esta variable enorme y maciza como una cordillera. En vez de intentar persuadir a la abrumadora y densa mayoría Católica del país –como correspondería a cualquier estrategia libertaria- la izquierda solo se dedica a la confrontación con la jerarquía eclesial.
El resultado ha sido adverso para las minorías. El Catolicismo en el Perú siempre fue ancho y ajeno, siempre resumió todos los énfasis, aproximaciones y colores posibles. Sin embargo la prédica anticlerical comienza a transformar al Catolicismo en una fuerza pétrea, militante, alineada detrás de su jerarquía eclesial. Cualquier hombre que pretenda construir un estado laico y expandir la libertad no puede actuar así con la fe de una abrumadora mayoría, a menos que su estrategia nada tenga que ver con la libertad.
¿Cuál es el objetivo de la izquierda? La respuesta es simple: bloquear la natural alianza que debe existir entre liberales y conservadores para consolidar la democracia y la economía de mercado. Cuando la zurda ataca sin cuartel a la jerarquía eclesial pretende que los liberales se deslicen en esa trampa y, de pronto, se podría presentar un escenario en que chavistas, bolivarianos (quienes no creen en ninguna libertad) y “liberales” confluyan en una cruzada anticlerical. Es el software, el ADN, de la izquierda. Lo mismo sucede, por ejemplo, cuando la zurda se apropia de la agenda ecológica, demoniza a la empresa minera, bloquea la inversión, pero luego vienen los mineros informales a destruir para siempre el medio ambiente.
La arquitectura constitucional más compleja y el estado laico más solvente de la historia fueron construidos por los Padres Fundadores de Estados Unidos. Pero la gran sabiduría de estos gigantes residió en que nunca dejaron de considerar los sentimientos religiosos de la mayoría de pioneros que poblaban los Estados de la Unión Americana.
Cuando no se considera ni se toma en cuenta los sentimientos religiosos de las mayorías, generalmente, se va por lana y se sale trasquilado. Salvando las distancia, durante la Guerra Fría los estados con mayorías islámicas eran laicos y “occidentales”, pero la acción de las minorías “modernizadoras”, que pretendieron desconocer las realidades religiosas, desataron la resurrección de los fundamentalismos y el regreso de los Ayatolás. El Estado Islámico y el océano de terror y sangre que desata es el último capítulo de estos errores.
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