Derrame de ineficiencia e indolencia

Ecologistas radicales guardan silencio ante desastre ambiental en Loreto.

Los dos derrames de petróleo registrados hace poco en Loreto, que precipitaron la destitución del directorio de Petroperú, constituyen uno de los peores desastres ambientales de los últimos tiempos. Sin embargo los ecologistas radicales que han paralizado inversiones mineras y petroleras privadas guardan un silencio indolente que comienza a convertirse en escándalo. La tolerancia con la catastrófe de Petroperú nos demuestra que estos grupos, en realidad, no buscan proteger el medio ambiente sino cambiar el modelo económico. Por eso apuntan contra la inversión privada y callan ante la tragedia en Loreto. Finalmente, Petroperú podría ser una de las principales “empresas estratégicas” en una economía estatista.

Los 10,000 barriles de crudo derramados han dañado la flora y fauna de aproximadamente 20 hectáreas de selva pertenecientes a la comunidad nativa de Cuminico, y aunque Petroperú y la Oficina de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA, Ministerio del Ambiente) aseguran que la contaminación no llegará al río Cuminico, afluente del Marañón, los especialistas sostienen que sí llegará arrastrado por las lluvias.

Los funcionarios de Ambiente, que se dedican a postergar las aprobaciones de los estudios de impacto ambiental (EIA) de las empresas privadas hasta las calendas griegas, ahora se hicieron de la vista gorda. Petroperú y la OEFA trataron de minimizar los hechos, pero la prensa independiente reveló la verdadera magnitud del desastre y las deficiencias con que ha sido manejado. Reporteros del programa Panorama llegaron al lugar grabaron para la televisión la enorme mancha negra y a los menores de edad que recogían el el crudo sin equipos de seguridad básicos. Una pregunta: ¿Por qué la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil), tan expeditiva para ahorcar a las pequeñas empresas, tampoco dijo nada? ¿Una empresa estatal contratando a infantes? Si fuera una empresa privada ya sería una denuncia mundial.

La periodista y ambientalista Martha Meier ha señalado que las imágenes de Panorama revelan que Petroperú y el Estado no tenían un plan de remediación ambiental para enfrentar la contingencia, y que la OEFA silenció esta terrible e inaceptable omisión aún cuando había enviado un equipo de cuatro funcionarios de Lima al lugar del desastre. Ambos hechos son graves, sin duda.

Los expertos han señalado que la tragedia se produjo porque Petroperú no le brinda el mantenimiento debido a un oleoducto que fue construido hace 40 años. Los burócratas de esa empresa, que no responden ante nadie, al parecer silbaban con las manos en los bolsillos mientras se iban generando las condiciones para el desastre ecológico. Otra vez: ¿Dónde están los ecologistas radicales?

El silencio de esos grupos nos demuestra la verdadera naturaleza de su actividad. Disfrazados con un discurso verde apuntan contra la inversión privada en recursos naturales, una de las columnas del modelo económico y uno de las principales turbinas de nuestro crecimiento. Si se bloquean los empredimientos en minería, petróleo y energía, en general, el crecimiento económico se lentificará y la lucha contra la pobreza retrocederá.

En este portal creemos que el ecologismo radical no es sino una estrategia de grupos marxistas que han señalado que las causas del calentamiento global se explican por el desarrollo del capitalismo en los últimos 200 años (ver artículo La raíz marxista del ecologismo radical). Con el transcurso de los acontecimientos quedará absolutamente claro que su objetivo no es preservar el ambiente sino el cambio de modelo económico.

Otra prueba de que al ecologismo radical no le interesa es el medio ambiente es el silencio frente al desastre ambiental que ellos crearon en Tambogrande. Mediante una intensa campaña lograron bloquear el proyecto de la minera Manhattan, una compañía extranjera con tecnología de punta y sometida a todos los controles ambientales, hasta que la firma se retiró. Inmediatamente después llegaron miles de mineros informales que hoy envenenan con mercurio el mango y el limón de la zona. Nadie puede hacer nada. Después de expulsar a Manhattan hicieron lo mismo en Cajamarca (Conga), en Arequipa (Tía María), etc. También ignoran el mayor problema ambiental del país: la basura y los desagües que envenenan los ríos, lagos y el litoral marítimo. Es que no defienden la ecología, sino la ideología.