Ante la crisis política, ¡GABINETE DE UNIDAD NACIONAL!

La crisis política existente entre el Ejecutivo y el Legislativo llegó a niveles no imaginados, sobre todo luego de la guerra política que ganara largamente Palacio, con el referendo y el cierre inconstitucional del Congreso. El Legislativo negó la confianza del Gabinete Cateriano por 37 votos a favor, 54 en contra, y 34 abstenciones. La decisión del Congreso representa un gigantesco acto de irresponsabilidad en medio del avance de la pandemia, el incremento de la letalidad y la profundización de la recesión.

El arsenal de argumentos para tomar la decisión en contra del hoy caído Gabinete Cateriano provino de todas las geografías y sectores. Los comunistas y colectivistas enfilaron con dureza en contra de las afirmaciones del propio Pedro Cateriano a favor de la minería y la inversión privada. Era una especie de festín ideológico de la hoz y el martillo. Sin embargo, el humor mayoritario de los partidos era de una crítica feroz contra el manejo de la pandemia y la recesión, y la falta de una autocrítica sentida del Ejecutivo ante la magnitud de la tragedia.

Ante esta situación, el Ejecutivo y el Legislativo están obligados a desarrollar un solo objetivo: formar una mayoría política para encumbrar un Gabinete de Unidad Nacional, en el que se convoque a los mejores hombres para enfrentar la pandemia, la letalidad que aumenta, y la grave recesión que destruirá la economía y aumentará la pobreza. No hay otra receta para enfrentar la actual crisis política que se ha desatado, a menos que alguien piense en profundizarla hasta llegar a situaciones incontrolables.

Sin esperar un solo segundo, hoy mismo el jefe de Estado debería convocar a los partidos del Congreso –especialmente a Acción Popular, Alianza del Progreso, Fuerza Popular y Somos Perú– para formar una mayoría política que se exprese en un gabinete de los mejores hombres de la patria, dispuestos a enfrentar la crisis nacional que sigue cobrando vidas por la pandemia y que comenzará a hacerlo por la desnutrición. Y, por favor, que se entienda bien: es la hora de la pura negociación de verdad, de los acuerdos sin medios y sin reportajes.

Si el presidente Vizcarra desea salvar vidas, si desea detener la ola de contagios y el colapso del sistema de salud, debe hacerlo al término de la distancia. Y debe dejar de escuchar los consejos de quienes le decían que los congresistas condicionaban la confianza al Gabinete Cateriano a la salida del titular de Educación. Debe dejar de hacerlo porque hoy todo se llama negociación, se llama salvar los activos institucionales, económicos y sociales que los colectivismos y comunismos pretenden destruir.

En el último siglo en muy pocas ocasiones la República estuvo tan inerme y al borde de la anarquía, con una epidemia que cobra vidas y una recesión que destruye el aparato productivo, acaba con empleos y aumenta pobreza. Quizá en los ochenta hubo una situación parecida con la hiperinflación y el avance del terrorismo, pero la falta de acuerdo entre las élites desembocó en el golpe del 5 de abril y una década de fujimorato. Si no hay política, si no hay acuerdo, si no hay la negociación que algunos critican, el desenlace será inimaginable.

Un Gabinete de Unidad Nacional debería contar con los mejores hombres de la patria. Es decir, con los escasos personajes que no desatan polarizaciones y resistencias, pero que cuentan con calificaciones y experiencia. Un equipo de notables debería implementar un plan de emergencia para contener el Covid, relanzar las inversiones y recuperar la autoridad que los comunismos y radicalismos pretenden socavar bloqueando minas y paralizando inversiones; e igualmente debería garantizar elecciones libres y transparentes para concretar una quinta elección nacional sin interrupciones.

La política es el arte de lo posible. Existe entonces la posibilidad de formar una mayoría política en el Congreso que construya una salida a la descomunal crisis política desatada en la República. Pero solo la política puede concretarla.