Editorial Política

A pesar de todo, la República persiste

Una radiografía de la actual crisis política e institucional

A pesar de todo, la República persiste
  • 02 de octubre del 2018

 

No obstante la peor crisis de gobernabilidad de las últimas dos décadas y la desaprobación de las instituciones —sobre todo la del Congreso— la democracia peruana sigue avanzando, aprendiendo de yerros y fracasos. Si la República que hoy construimos, ladrillo por ladrillo, hubiese estado emplazada en el siglo XIX o el XX, seguramente la tradicional polarización que caracteriza a la política peruana ya se habría devorado al sistema institucional. Y, de una u otra manera, estaríamos ante un Gobierno autoritario o una administración de transición encargada de convocar elecciones.

Sin embargo, este tipo de tragedias políticas hoy no parecen suceder en el Perú. Y la única explicación, más allá de los apocalipsis que construyen los extremismos de la polarización, es que las instituciones están funcionando pese a la corrupción que cancera al Estado y los yerros que se acumulan. El Congreso ha procedido a destituir e inhabilitar por diez años en la función pública a los ex miembros del Consejo Nacional de la Magistratura y los magistrados acusados. Asimismo, presionado por la opinión pública y el emplazamiento del Ejecutivo, el Legislativo ha aprobado las cuatro iniciativas, para reformar los sistemas de justicia y político, planteadas por el presidente Vizcarra para garantizar el referéndum en diciembre de este año. De la misma manera la Fiscalía de la Nación, conducida por Pedro Chávarry, ha destrabado el acuerdo con la justicia brasileña para investigar y procesar la megacorrupción Lava Jato —que compromete a ex jefes de Estado y a la clase política—, solo comparable con la corrupción de los noventa, los latrocinios de la dictadura militar y los negociados del guano y el salitre previos a la Guerra del Pacífico.

Mal que bien, con graves heridas y cuestionamientos, las instituciones funcionan y la República sigue en pie. Vale recordar que todas las democracias longevas, incluidas la de Estados Unidos y la del Reino Unido, han enfrentando este tipo de circunstancias y siempre apostaron por el camino institucional, antes que buscar un caudillo mesiánico que representara a la nación. Esa es la gran diferencia entre las repúblicas y todos los autoritarismos del siglo XX y el XXI. Ante las crisis extremas, las democracias solo tienen un camino: echar mano de sus instituciones. Los autoritarismos, por el contrario, se inventan un salvador (desde Hitler y Fidel Castro hasta Hugo Chávez) o se entregan a una corporación o concepto que aplasta a las instituciones: la nación o el partido.

Y la persistencia institucional en el Perú es una extraordinaria noticia, sobre todo considerando que la actual República avanza hacia su quinta elección nacional sin interrupciones y está a punto de superar el récord democrático desde nuestra fundación republicana: 19 años de estabilidad, en la llamada República Aristocrática. Hoy la democracia peruana sigue en pie luego de 18 años y en el Bicentenario habrá superado los maleficios que nos condenaban a la volatilidad institucional.

Ahora bien, ¿cómo es posible semejante horizonte si casi todos los jefes de Estado elegidos democráticamente enfrentan investigaciones penales y si los partidos y los proyectos intelectuales parecen atrapados en el fracaso? La única explicación reside en que, por primera vez en nuestra historia, ha coincidido la experiencia democrática con el desarrollo del capitalismo tal como se conoce en Occidente. Basta señalar que la actual República es la primera de todas las experiencias democráticas en la que los más de 30 millones de peruanos tienen derecho al voto y la propiedad, no obstante que todavía sigue existiendo un Perú formal y otro informal.

Hoy el capitalismo permite que las herencias, las castas y los orígenes sociales se difuminen en las instituciones igualadoras del mercado y, de una u otra manera, comienza a emerger una peruanidad que derriba las tradicionales cordilleras entre el Perú criollo y el Perú andino. Sobre esta nueva realidad económica y social comienza a erigirse la República que empieza a demostrar la misma resilencia de las grandes democracias. Imaginar, pues, que esta experiencia inédita pueda ser interrumpida por los extremos de la actual polarización política es una forma de traicionar a la patria.

 

  • 02 de octubre del 2018

NOTICIAS RELACIONADAS >

Los comandos Chavín de Huántar y la construcción del Estado de derecho

Editorial Política

Los comandos Chavín de Huántar y la construcción del Estado de derecho

  El 22 de abril de 1997 se desarrolló la operació...

22 de abril
El Congreso aumenta poder, pero pierde el rumbo

Editorial Política

El Congreso aumenta poder, pero pierde el rumbo

  Luego de la ola informativa alrededor de los Rolex que utiliza...

15 de abril
¿El Congreso abiertamente en contra del modelo económico?

Editorial Política

¿El Congreso abiertamente en contra del modelo económico?

  El actual Congreso de la República tiene muchos activos...

15 de abril

COMENTARIOS