Desde las reformas económicas de los noventa, la Consti...
El paro anunciado por los dirigentes de Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú (SUTEP) para el jueves 21 de noviembre se está desinflando. En provincias, donde las paralizaciones anteriores tuvieron mayor acogida, el anuncio de este paro —por mejores condiciones salariales e incremento del presupuesto de la educación— no ha sido bien recibido por los maestros.
Desde antes de octubre del año pasado todos los paros anunciados por las dirigencias de los docentes han fracasado. Aquellos liderados por los sectores ultras del magisterio han estado desvinculados de las dirigencias “limeñas”. El paro de docentes anunciado para el jueves 21 correría la misma suerte porque, además, falta menos de un mes para culminar el año educativo.
Lo cierto es que la meritocracia en la escuela pública sigue avanzando, a pesar de los intentos para detenerla por parte de los grupos radicales dentro del magisterio. Los profesores se inscriben para participar de los concursos de méritos organizados por el Ministerio de Educación (Minedu). Los docentes asisten a la Prueba Única Nacional (PUN) para ser nombrados y ser parte de la Carrera Pública Magisterial, y además participan activamente de los programas de capacitación y cursos de postgrado en las universidades. El objetivo del Minedu es nombrar, de manera progresiva al menos al 75% de los docentes en los colegios públicos en el 2022.
Las huelgas afectan en mayor medida a los estudiantes de las instituciones educativas públicas. Y las horas de clases perdidas son perniciosas para la sociedad peruana. Diversos estudios señalan que los jóvenes que no estudian ni trabajan tienen mayores posibilidades de delinquir y ser parte de bandas organizadas, del narcotráfico y la extorsión. Por ejemplo, la estrategia del círculo antiminero en la provincia de Islay (Arequipa) —que protesta contra el proyecto de cobre Tía María— es detener las labores educativas para usar a la mayor cantidad de jóvenes estudiantes en sus actos vandálicos.
Por otro lado, ¿cómo organizar un paro, que finalmente perjudica a los estudiantes, sabiendo que los niveles de aprendizaje no son los deseables? Según la Evaluación Censal de Estudiantes (ECE 2018) del Minedu, solo el 30.7% de los estudiantes de cuarto grado de primaria presentan resultados “satisfactorios” (logro de los resultados esperados) en matemáticas, y el 34.8% en lectura. De los estudiantes de segundo de secundaria, el 16.2% logra resultados satisfactorios en lectura, el 14.1% en matemáticas, el 11.6% en ciencias sociales y el 8.5% en ciencia y tecnología. El resto de los estudiantes obtiene resultados muy elementales (“en inicio”) o parciales (“en proceso”). Es decir, solo una media de estudiantes muy por debajo del 30% obtiene los resultados deseables.
Asimismo, según la Oficina de Medición de la Calidad de los Aprendizajes (OMC) del Minedu, en los resultados globales del Estudio Internacional de Cívica y Ciudadanía (ICCS 2016), realizado en 25 países, Perú ocupa el penúltimo lugar, solo por encima de República Dominicana.
Los países del Pacífico asiático, junto a Polonia —que utilizaba la misma infraestructura educativa de antes de la Primera Guerra Mundial—, han superado a otros países europeos en los indicadores mundiales de educación. Hoy son modelos de innovación tecnológica y de sociedades abiertas.
En este siglo XXI, de poblaciones globalizadas y comunicadas, la educación debe ser cada vez más competitiva y adaptada a la realidad de los tiempos. La IV Revolución Industrial está transformando los medios de producción, y con esto a las sociedades. Las prácticas m educativas han evolucionado tremendamente, y los conceptos del siglo pasado están descontextualizados. Los estudiantes de hoy tienen otros intereses, influenciados por los dispositivos electrónicos que tienen en las manos, literalmente, todo el día.
La construcción de un Perú distinto en el Bicentenario dependerá de la meritocracia en la escuela pública. Y para ello debemos contar con un profesorado preparado y competente, enganchado en las corrientes innovadoras y en las nuevas tecnologías que están transformando todo el quehacer humano.
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