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Padres de familia ganan resolución judicial frente al Minedu
El movimiento Padres en Acción ganó un recurso presentado ante el Poder Judicial con respecto al enfoque de género que, de acuerdo a los criterios del Ministerio de Educación (Minedu), se desarrollaba en el Currículo Nacional de Educación Básica. La Primera Sala Civil de la Corte Superior decidió anular el siguiente texto de la guía del currículo: “Si bien aquello que consideramos femenino o masculino se basa en una diferencia biológica y sexual, estas son nociones que vamos construyendo día a día, en nuestras interacciones”.
Una de las razones que se argumentó en la sala para anular parte del llamado enfoque de género es que el polémico párrafo debió ser elaborado entre el Minedu y los padres de familia de acuerdo a los criterios establecidos en la actual Ley General de Educación. A entender de este portal, allí está la madre del cordero. Cualquier puede adherirse o rechazar el llamado enfoque de género, uno de los grandes temas que se debate en todas las sociedades del planeta. Sin embargo, lo que los liberales y los defensores de las sociedades abiertas jamás podrán aceptar es que un intenso debate que se desarrolla en la sociedad y que debe ser resuelto por la propia sociedad sea zanjado por un grupo de “iluminados” burócratas del Estado.
La idea de un Estado que resuelve debates que atraviesan a toda la sociedad no es una novedad en la historia moderna. El comunismo y el nazismo tenían la misma idea con respecto al papel que debía jugar la escuela en la formación de “los hombres del futuro”, en homogeneizar “las diferencias que debilitaban a la sociedad”. Para estos proyectos totalitarios la escuela formaba a “las colmenas del futuro”.
¿Comparaciones forzadas con respecto a los temas de género que pretenden defender a las minorías? De ninguna manera. En este portal estamos por la defensa absoluta de los derechos de todas las minorías, pero aceptar que el Estado puede zanjar polémicas cruciales para la sociedad también sería aceptar que el Estado puede plantear en el currículo que las conclusiones de la Comisión Verdad y Reconciliación forman parte de “una verdad oficial que debe ser enseñada en las escuelas” o que las aproximaciones de la izquierda con respecto a la vocación social del velascato son conclusiones que deben ser difundidas en el aula. En otras palabras, sería aceptar que la izquierda utilice al sector educación como una plataforma más de su estrategia de poder.
¿Por qué estamos debatiendo estas cosas en una democracia que ya acumula cuatro elecciones sucesivas sin interrupciones? Por la sencilla razón de que la izquierda tomó el control del aparato burocrático del Ministerio de Educación durante el gobierno nacionalista; particularmente, en la gestión de Jaime Saavedra. El proyecto de la izquierda, como todos sabemos, es de naturaleza estatista. De allí que durante la administración Saavedra se demonizará la inversión privada en el sector educación, pretendiendo responsabilizar a este segmento del fracaso republicano en la educación. La reciente huelga magisterial ha hecho estallar en pedazos todos los argumentos en ese sentido que difundió un poderoso aparato mediático.
Bueno, pues, esa misma izquierda pretende apropiarse de las banderas liberales en defensa de los temas de género, del medio ambiente, de los derechos humanos y ahora de la defensa de los consumidores. Esa intención de apropiación no es gratuita, sino que forma parte de estrategias financieras de captación de fondos para las ONG izquierdistas. Por eso el tema de género enfrentó al Minedu con un sector de la sociedad, mientras se incubaba la terrible huelga magisterial contra la política estatal promeritocracia.
Ante la decisión del Poder Judicial, el Minedu no debería apelar la resolución judicial porque el Estado nunca resolverá un debate que debe ser procesado en la propia sociedad y, sobre todo, porque el sector Educación solo debe tener un objetivo: salvar contra viento y marea la reforma meritocrática de la escuela pública que la izquierda —en el Minedu— ha puesto en serio peligro frente a la ofensiva radical.
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