Desde las reformas económicas de los noventa, la Consti...
El ministro de Educación, Ricardo Cuenca, anunció que este año –a diferencia de los anteriores– no habría admisiones a los Colegios de Alto Rendimiento (COAR) emplazados en las diversas regiones del país. Finalmente en el sector Educación se reculó en la decisión.
Como se sabe, en la actualidad, existen 25 COAR que atienden a alrededor de 7,000 estudiantes que gozan de alojamiento, alimentación, materiales educativos, uniformes y acceso al Programa del Diploma del Bachillerato Internacional.
El argumento presentado por el titular de Educación fue la emergencia sanitaria. Asimismo, informó que no solo se revisará el sistema de los COAR, sino también el de la Jornada Escolar Completa (JEC), porque “son sistemas diseñados fuera del sistema regular”. Sin embargo, consideramos que en el ministro Cuenca, antes que consideraciones sanitarias, lo que existen son los prejuicios ideológicos que siempre ha sostenido la izquierda frente a los COAR.
Como se sabe los Colegios de Alto Rendimiento son entidades expresamente creadas para seleccionar a los mejores estudiantes de la educación básica. Es decir, son colegios creados para crear una élite nacional, para crear una aristocracia de la inteligencia. Pero con una radical diferencia frente a las injusticias del sistema educativo actual: a estos colegios pueden ingresar los estudiantes más destacados de las provincias y distritos más pobres.
Quizá una manera de establecer el papel de los COAR en el proceso de integración nacional pase por analizar el Programa del Bachillerato Internacional de los egresados en la educación básica. Este programa es aceptado por todas las universidades del mundo porque es uno de enseñanza estandarizada a nivel mundial; y generalmente, es bilingüe porque incluye el inglés. En el Perú, por ejemplo, solo 53 colegios tienen el Bachillerato Internacional, de los cuales 38 son privados y 17 públicos. La novedad que es de los 17 públicos, 13 son COAR ubicados en ciudades del interior del país. Antes solo el Colegio Mayor de Lima (COAR) accedía al bachillerato internacional.
Hoy la mejor educación se sigue impartiendo en los colegios privados y, por lo tanto, solo un sector social puede formar parte de la élite. Pero los mejores estudiantes de Andahuaylas, Huancavelica, San Juan de Lurigancho o Pamplona pueden ingresar a un COAR y saltar varias generaciones de pobreza y exclusión educativa en sus familias para empezar a formar parte de la élite nacional, urgente y necesaria para cualquier sociedad que pretende prosperar.
Sin embargo, al igualitarismo socialista le aterra la posibilidad de formar una élite realmente nacional, integrada por todos los sectores sociales y conformada por todas las sangres, como solía señalar nuestro entrañable José María Arguedas. Y le aterra porque, en el fondo, las corrientes socialistas en el país tienen un marcado acento clasista. Critican las exclusiones; sin embargo, el clasismo se les nota a leguas.
Es evidente también que en el proyecto educativo de la izquierda, existe una poderosa influencia ideológica, que se suele negar con tecnicismos y cifras acomodadas. Se oponen a la desigualdad como principio. Sin desigualdad, ¿cómo podría surgir una élite nacional? Desde el principio las élites se forman con los más capaces, que conforman una aristocracia del pensamiento.
De allí, por ejemplo, que el ministro Cuenca no solo haya anunciado que los COAR ya no van el 2021, sino que también se eliminarán los programas de la Jornada Escolar Completa (JEC), que no forman parte del sistema regular. Como sabemos los JEC representan experiencias pilotos para recuperar la jornada escolar que el velasquismo destruyó, estableciendo turnos en la mañana y en la tarde.
Los peruanos de buena voluntad, entonces, de ninguna manera deberían permitir que se cancele la virtuosa experiencia de los Colegios de Alto Rendimiento. De ninguna manera.
COMENTARIOS