Desde las reformas económicas de los noventa, la Consti...
El anuncio del gobernador de Junín, Vladimir Cerrón, en el sentido de que Junín tendrá un currículo propio, incluso con autonomía de las políticas dictadas por el sector Educación, no solo revela que el Estado unitario se hace trizas en el Perú, sino que desnuda la estrategia marxista —más allá de los tonos y colores— para controlar la educación pública.
Para nadie es un secreto que Cerrón es un gobernador de izquierda, de filiación marxista y antisistema. Asimismo, el emplazamiento de Cerrón para que renuncien aquellos directores de colegios que se opongan al nuevo diseño curricular es una señal inequívoca de que la reforma curricular anunciada, inevitablemente, tendrá la impronta del marxismo, de los colectivismos. La idea de “una ideología oficial” que forme las colmenas homogéneas del mañana, que siempre han propugnado los bolchevismos, estaría a punto de concretarse.
Vale señalar que la obsesión de la izquierda con el control de los contenidos de la escuela pública es parte del ADN marxista. En el Perú, por ejemplo, más de un antropólogo y estudioso social ha señalado que el terror senderista de los ochenta, que repletó de cementerios a nuestro país, fue una guerra que desataron contra el Perú un puñado de maestros y alumnos. La aproximación es válida.
Bajo las banderas de la reforma de Córdova los diversos grupos comunistas y maoístas, a inicios de los años sesenta del siglo pasado, comenzaron a controlar los tercios estudiantiles, sobre todo de las facultades de educación. A partir de ese dominio, las facultades y las universidades comenzaron a llenarse de profesores ideologizados —por lo general, mediocres académicamente— hasta que la izquierda logró controlar la universidad pública nacional.
La mayoría del Comité Central de Sendero Luminoso, por ejemplo, se constituyó de una convergencia de profesores y alumnos de la universidad de Huamanga. A partir del control marxista de la universidad fue relativamente sencillo copar la organización magisterial de los profesores (SUTEP), configurándose la crisis general de la educación pública que perdura hasta hoy. ¿Cuáles fueron las claves para la influencia marxista en la educación? En los currículos de estudio se introdujo la influencia del materialismo dialéctico e histórico en la mayoría de cursos sobre historia, economía y filosofía. Cerrón, por ejemplo, acaba de expresar celo especial en estas materias.
Después de la caída del Muro de Berlín y de la derrota de Sendero Luminoso, la mayoría de la izquierda en el Perú abandonó el materialismo dialéctico e histórico, el concepto de la lucha de clases y el proyecto comunista que buscaba abolir el Estado. Sin embargo, la izquierda neomarxista continuó abrazando el clásico humor anticapitalista, mientras disolvía los viejos partidos de cuadros leninistas, porque ahora el poder no se asaltaba sino que se construía con la hegemonía ideológica y cultural en la sociedad.
Como parte de esa nueva apuesta, la izquierda neomarxista se lanzó a formar ONGs en materias medio ambientales para detener las inversiones en recursos naturales. Y también en derechos humanos, con el objeto de socavar la autoridad del Estado. Sin embargo, los nuevos marxistas nunca abandonaron su obsesión por controlar la escuela pública. Hoy, por ejemplo, con el argumento de “la tolerancia” pretenden imponer una ideología oficial, del Estado, sobre las cuestiones de género. Si estas iniciativas prosperaran mañana, también se podrían plantear ideologías oficiales sobre economía, política e historia, por ejemplo.
Al respecto vale plantear precisiones. El Estado formaliza derechos y los preserva. Por ejemplo, la idea de la unión civil de las minorías sexuales, respaldada en la ley, es parte de la discusión de un Estado republicano. Pero muy diferente es pretender que una ideología estatal zanje y resuelva las diferencias que se presentan en la sociedad, tal como pretende hacerlo la llamada ideología de género, con un contenido curricular que causa el rechazo de los padres de familia.
El concepto de ideologías oficiales en la escuela pública siempre ha formado parte de los proyectos comunistas, fascistas y autoritarios en general. De allí que es difícil entender cómo algunos utilizan la llamada ideología de género para autoproclamarse “liberales”.
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