Desde las reformas económicas de los noventa, la Consti...
Ciertos sectores del país todavía observan de manera frívola los resultados de la evaluación PISA 2018, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). No obstante que el país continúa en el mismo lugar de la evaluación anterior –puesto 64 de 79 países– celebran “el avance” educativo.
Es evidente que los resultados de la educación peruana no son los deseados por la mayoría de los padres de familia, que ven a sus hijos sin capacidades suficientes para continuar estudiando carreras universitarias o emprender actividades laborales. En este contexto, no tiene sentido incrementar los presupuestos educativos sin profundizar la Carrera Pública Magisterial (CPM), que debería generalizar la meritocracia en la escuela pública.
Las infraestructuras educativas y las tecnologías modernas, sin una docencia meritocrática y capacitada, no ayudan mucho. Polonia marca la ruta. Con una economía por debajo de la media europea, desde las últimas evaluaciones ha avanzado en la evaluación PISA, y hoy ocupa el décimo lugar. Profesores y alumnos ocupan espacios de edificios antiguos, acondicionados como aulas de clases. Además, los escolares polacos rinden pruebas únicas a nivel nacional para incentivar la competencia y la colaboración del sistema educativo.
Los polacos han desterrado la memorización y la repetición como prácticas educativas, y los han reemplazado por el razonamiento, la experimentación y los ideales solidarios. Además, los directores de las escuelas tienen la máxima autoridad y autonomía en sus planteles para contratar a los profesores y otorgarles los incentivos económicos de acuerdo a sus competencias. En Polonia, miles de investigadores y científicos desarrollan sus ideas con proyectos presentados a las universidades y empresas privadas.
La educación de calidad no es secreto guardado bajo siete llaves. Basta observar e imitar lo que se hace bien en todo el mundo. Eso hicieron los países del sudeste asiático, ahora primeros en el ranking PISA. Las recetas del siglo pasado han quedado desfasadas, y la innovación y la velocidad son los retos del siglo presente. La expansión del conocimiento y la comprensión es la gran tarea desde la niñez.
La sistematización de la producción y las tecnologías de comunicaciones han cambiado las estructuras sociales. En este escenario, la educación peruana no puede continuar sin privilegiar el mérito, la competencia y la solidaridad compartiendo lo aprendido en todos los niveles del magisterio. Los festejos falsos no ayudan. Todo lo contrario: incentivan el conformismo, la mediocridad y el desgano. La lógica corporativista del Estado no puede detener –con sus normas, procedimientos y abulia– las ansias de superación de las personas. La iniciativa privada en la educación escolar y universitaria avanza ha logrado resultados importantes.
Mal hizo el humalismo abandonando la CPM por un prurito político. El objetivo era establecer el mérito en la escuela pública para proyectarlo a la sociedad. No obstante el fracaso peruano en la última evaluación PISA –porque hoy fracasar es permanecer en el mismo lugar mientras otros avanzan– el ex presidente Ollanta Humala se jacta de haber incrementado el presupuesto educativo. Luego del reporte PISA, Humala ha señalado que es “gracias al incremento del presupuesto educativo durante su gestión”. El supuesto “avance” no ha sido otra cosa que el incremento de las contrataciones de asesoría, consultorías y publicidad, en lugar de profundizar la reforma educativa iniciada desde la administración aprista.
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