¡Inaceptable discriminación contra universidades societarias!

El Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec) y el Fondecyt han decidido discriminar a las universidades societarias (privadas y de excelencia) que compiten con las universidades públicas (estatales) y asociativas (Católica, Cayetano Heredia) en los concursos para financiamiento de proyectos de investigación. En otras palabras, el Concytec se zurra en los principios constitucionales que establecen la igualdad de los diferentes modelos de educación. Semejante conducta solo echa sombras a la reforma universitaria que pretende impulsar la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu) y confirma que existe un sesgo estatista y anti inversión privada entre las autoridades del Estado.

Por ejemplo, en el 2016 hubo ocho convocatorias para proyectos de investigación. En ninguna de ellas hubo discriminación. En el 2017 hubo cinco convocatorias, pero en una los claustros privados solo podían participar como asociados al proyecto. ¿Por qué? La discriminación empezaba. Para el 2018 hubo 11 convocatorias; sin embargo en seis de ellas Concytec exigió que las universidades societarias aporten el 30% del presupuesto, mientras que a las públicas y asociativas no se les exigía nada. Al parecer la argumentación en Concytec tiene que ver con las utilidades que generan las privadas.

Sin embargo, todo indica que el problema de fondo está relacionado con que las universidades societarias de excelencia —que pertenecen a la Federación de Instituciones Privadas de Educación (FIPES)— ganaron la misma cantidad de proyectos de investigación que las universidades asociativas. Es decir, la discriminación surge porque no se quiere competencia. ¡Interesante! Esta conducta afecta gravemente el proyecto de consolidar claustros de calidad en base a los diferentes modelos de universidad, tal como se empieza a expresar en el último ranking de las mejores universidades del Perú, elaborado por la Sunedu, en el ya figuran seis universidades privadas entre los primeros 20 lugares.

¿Qué consecuencias generan las exclusiones de Concytec? Que se favorezca un modelo de universidad en detrimento de otro. Las universidades asociativas, al igual que las societarias, son “privadas” en la medida que cobran una pensión. Para el consumidor no hay diferencias, excepto en la calidad. Algo más. Antes de permitirse la inversión privada en el sector educación, las pensiones que cobraban las universidades asociativas las convertían en “universidades para ricos”. En el Perú los pobres estudiaban en los claustros estatales y los ricos en los asociativos. Todo cambió con el surgimiento de un puñado de centros privados y de calidad, que comenzaron a ofrecer una buena educación con pensiones bajas. En el acto, las universidades asociativas tuvieron que homogeneizar sus pensiones con la competencia. De lo contrario, desaparecían.

La competencia, incluso, es fundamental para que exista una buena universidad asociativa. Y, en la medida de que la competencia se traslade a las áreas de investigación, tal como ha venido sucediendo en los concursos convocados por Concytec en los últimos años, entonces los padres de familia y los estudiantes siempre serán beneficiados. La idea de que las utilidades que generan las universidades privadas les otorgan ventaja sobre las asociativas es una falacia, porque en los financiamientos internacionales no es verdad que la contrapartida sea obligatoria antes de haber ganado el concurso. Es un argumento utilizado para discriminar.

En cualquier caso, la competencia acaba con las argollas y los grupos privilegiados —por ejemplo, la izquierda en la Universidad Católica— que se forman en las universidades asociativas con el cuento del “no lucro”. Privilegios que se expresan en un establishment universitario que no tiene cómo existir en medio de una competencia a favor de la calidad.