Desde las reformas económicas de los noventa, la Consti...
Proyecto estatista en Gabinete proinversión
La continuidad de Jaime Saavedra al frente del sector Educación es el primer gran error que comete el Gabinete que preside Fernando Zavala. Al lado uno de los principales objetivos que se ha planteado el nuevo equipo ministerial —restablecer la confianza del sector privado y recuperar tasas altas de inversión—, la presencia de Saavedra resulta una especie de oxímoron.
A nuestro entender, el proyecto de reforma del señor Saavedra solo busca restablecer las funciones que el Estado había abandonado en las últimas décadas en la educación. Pero se desarrolla bajo la concepción estatista, paternalista y corporativa que la izquierda siempre ha defendido. Semejante apuesta solo puede prosperar con la exclusión del sector privado y del aporte de la sociedad.
No se puede negar que el Ministerio de Educación (Minedu) ha retomado el proyecto de reforma de la carrera docente, iniciado durante la administración aprista, que ha restablecido la jornada escolar completa y que se ha planteado capacitar directores, continuar con el proyecto de los colegios de alto rendimiento del quinquenio anterior y que se ha incrementado el presupuesto del sector.
Nadie puede negar esos avances. Sin embargo es evidente que semejantes iniciativas forman parte de una visión estatista que se resume, más o menos, en el siguiente aserto: la educación se habrá reformado cuando todos envíen a sus hijos a un colegio público. Es la idea del siglo XVIII y el XXI que concebía que el Estado era el gran alfabetizador, el “gran igualador”, porque este “era la única representación de la nación”. Bajo esta concepción todos los autoritarismos del siglo XX desarrollaron sus proyectos educativos.
Ahora bien, el argumento estatista señala que la educación de los países desarrollados es principalmente responsabilidad estatal. Mitad verdad y mitad mentira. El financiamiento estatal —en Europa y Estados Unidos— a la escuela pública ha tenido como contraparte sistemas de acreditación de la calidad educativa independientes del Estado, del burócrata, a cargo de la sociedad y los privados.
En el Perú, el Minedu se opone a la acreditación independiente de los colegios, institutos y universidades, que han movilizado más de 3,000 comités de calidad en base a los estándares establecidos por el Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa (SINEACE), porque pretende que los burócratas del sector se encarguen del proceso. La importancia de un sistema de acreditación independiente es tan decisiva en la educación que las mejores universidades de Estados Unidos no se explicarían sin el sistema independiente de acreditación de más de un siglo.
Sucede que los más de 3,000 comités de calidad que causan fastidio en el Minedu están impulsados por colegios, institutos y universidades privados que buscan la excelencia académica. La cosa entonces está clara. El señor Saavedra no desea que los colegios privados se acrediten porque pretende que no sean mejores que los públicos. No le interesa la acreditación de los claustros universitarios privados porque se ha propuesto favorecer un solo modelo de universidad y excluir a otros.
En realidad, detrás de la aversión del ministro Saavedra al sector privado se esconde el proyecto ideológico y cultural de la izquierda. En la última década hemos contemplado cómo la currícula escolar fomentaba el enfrentamiento entre peruanos, promoviendo la polarización antifujimorismo versus antifujimorismo. Y de pronto, hechos que sucedieron hace un cuarto de siglo siguen ensombreciendo el panorama político entre una juventud que ha escuchado un solo relato de la reciente historia, “el relato oficial con el que sueñan los autoritarismos”.
Para quienes están cómodos con esta absurda polarización, fomentada desde la escuela y en muchas universidades, solo vale señalar que la fuerza que, probablemente, cosecharía al final es la izquierda estatista. Y, como ya sabemos, en América Latina ella tiene grandes problemas con la democracia y la libertad económica.
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