Gallardo, el Fenatep y la carrera pública magisterial

El nuevo ministro de Educación, Carlos Gallardo, se opone radicalmente a la meritocracia en los colegios públicos. Ha señalado que las evaluaciones organizadas por el Ministerio de Educación (Minedu), con el fin de nombrar y ascender a los docentes, sirven para “tener a los maestros intimidados”.

En otras palabras, el nuevo ministro de Educación, entonces, se opone abiertamente a la Ley de Carrera Pública Magisterial (Ley N° 29944) –una política de Estado de más de una década– que promueve el nombramiento y la promoción de los docentes en base a los méritos y las calificaciones académicas. Una ley que pone por delante el objetivo de que los niños pobres de las escuelas públicas reciban la mejor educación.

Gallardo es fundador de la Federación Nacional de Trabajadores de la Educación del Perú (Fenatep), sindicato promovido por Pedro Castillo durante la huelga de profesores de 2017 y reconocido días después de que Perú Libre llegara al poder. Asimismo, Gallardo ha sido miembro de las delegaciones del Fenatep en las tratativas con el Ministerio de Educación (Minedu). Los vínculos del actual titular de Educación con el Fenatep y el Conare-Sutep, entonces, son evidentes. 

Como todos sabemos el Fenatep, antes que la calidad de la educación de los niños pobres, prioriza la estabilidad laboral de los docentes. El objetivo: convertir al magisterio en herramienta de adoctrinamiento comunista en la escuela. El Fenatep, igualmente, disputa con el SUTEP oficial el control de la Derrama Magisterial, una entidad que maneja millones de soles por el aporte de los profesores.

Con el relevo del Gabinete Bellido todos creímos que el Perú se enrumbaba por el camino de los acuerdos y que el Ejecutivo se distanciaba del Movimiento por la Amnistía de Derechos Fundamentales (Movadef) y de Perú Libre. Sin embargo, la presencia de Gallardo nos evoca que el Fenatep y el Conare-Sutep, son entidades influenciadas por el maoísmo del Movadef.

La designación de Gallardo en el Minedu entonces genera enorme preocupación sobre la reforma educativa y la posibilidad de que las corrientes comunistas ortodoxas pretendan utilizar la educación pública para adoctrinar a las nuevas generaciones. La calidad educativa no interesa para estos sectores.

Cuando se discuten los temas vinculados a la educación y la influencia de las corrientes comunistas y extremistas siempre vale recordar que durante los años ochenta, la violencia y el terror que desató el senderismo solo se puede explicar desde el intenso trabajo ideológico y cultural que desarrollaron en la escuela pública. Algunos señalaron que el terror senderista, en realidad, fue acción de maestros y estudiantes.

Treinta años después del fin del terror violentista nadie cree que las nuevas corrientes comunistas pretendan retomar la violencia. Eso no parece posible. Sin embargo, el objetivo de controlar la educación pública para adoctrinar a las nuevas generaciones con el libreto totalitario sigue siendo el mismo. De allí la enorme importancia de permanecer vigilantes en la educación.