Desde las reformas económicas de los noventa, la Consti...
El diálogo desarrollado por el Ministerio de Educación (Minedu) con los dirigentes magisteriales está rindiendo sus primeros frutos. Y tal como ya lo habíamos previsto, el anunciado paro de 24 horas del pasado jueves 25 fue literalmente un fracaso. La convocatoria no tuvo el eco que esperaban quienes pretendieron detener una vez más las clases de los escolares. ¿Qué pasó?
El sobredimensionado Pedro Castillo, la cabeza visible de ese sector radical que organiza paros políticos, debe reconocer el fracaso de su convocatoria irresponsable y que no convenció a la inmensa mayoría de maestros del país. Según datos confiables, el pasado jueves 25, en cada UGEL de Lima Metropolitana, un 94% de profesores concurrieron a las clases. Un resultado claro y contundente, por donde se le vea, contra un paro político.
A nuestro entender, en la huelga que comenzó en setiembre pasado —que duró más de cincuentas días y que perjudicó a los escolares más pobres del país— los errores acumulados por la administración nacionalista y la gestión de Jaime Saavedra pasaron la factura: se habían abandonado las políticas de capacitación de los maestros, un yerro que fue el argumento central de los radicalismos para enfilar contra la política meritocrática en la escuela pública. En ese contexto, el jueves pasado esa dirigencia ideologizada que persiste en desmontar la política meritocrática en la escuela pública fracasó en todas las líneas; dirigentes con una agenda antisistema que se niegan a firmar acuerdos con las autoridades que otros dirigentes regionales sí han firmado.
En provincias el asunto fue peor para Castillo. Veamos las cifras en detalle. En ocho regiones —Madre de Dios, Apurímac, Tumbes, Puno, Ayacucho, Huancavelica, Ancash y Lima provincias— un 45% de profesores acataron el paro. En cinco regiones —Cusco, Moquegua, Piura, Tacna y Ucayali— la totalidad de los maestros rechazaron el paro. Y en las otras doce regiones solo un 9% de los profesores dejó de asistir a clases. En Cajamarca, bastión de Gregorio Santos, solo un 12% le dijo sí a Pedro Castillo, ahora militante del MAS, puntal de Santos en el sector educación.
Para medir la magnitud del fracaso solo basta recordar que la huelga de setiembre pasado y que duró más de cincuenta días, la convocatoria tuvo una respuesta casi total, con piquetes de profesores que obstruyeron calles y carreteras, y que tomaron por medio de la violencia locales públicos (como aeropuertos) y que bloquearon las principales minas del sur. Lo que sucedió, entonces, el pasado jueves 25 no es otra cosa que un fracaso total.
Entonces, los porcentajes son un elocuente resultado que revela dos cosas. Primero, que el diálogo es la mejor herramienta para los entendimientos y los acuerdos; y en eso, se valora la iniciativa del Ministerio de Educación. Y segundo, que el peso político de Castillo es endeble, que su liderazgo está en caída, y que su intencionalidad es política y no gremial. No puede haber otra lectura.
Como se puede apreciar, el paro del 25 de octubre no tuvo el componente de mejoras salariales y laborales que se planteó en la pasada huelga. El objetivo del paro del jueves pasado fue largamente político, no obstante que daña el futuro académico de los escolares más pobres. Cabe mencionar que confiamos en la palabra de los maestros: dijeron que no habrá más paros y que cumplirán con la recuperación de clases.
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