Editorial Educación

Educación e ideología

Educación e ideología
  • 30 de junio del 2016

Reflexiones sobre la reforma estatista de Educación

A veces se suele criticar a El Montonero por sus posiciones particulares con respecto a la reforma de la educación que desarrolla el titular de Educación, Jaime Saavedra. No es popular enfrentarse Al ministro con más aprobación de la administración Humala; y que, además, ha logrado persuadir a una mayoría mediática acerca de que los objetivos de la reforma del sector apuntan en la dirección correcta. Sin embargo, nuestra posición en contra de la visión estatista y el sesgo antiprivado de la gestión Saavedra no solo es principista E ideológica, sino que se vincula a las grandes tendencias de la innovación y las reformas educativas en el planeta. Excluir al sector privado y considerar que la solución está en el Estado, a estas alturas, suena a locura.

Sin ir demasiado lejos, vale señalar que hoy Chile atraviesa una involución económica y política peligrosa. No obstante contar con uno de los mejores sistemas educativos de América Latina –junto al de Brasil–, la izquierda chilena ha logrado movilizar a la sociedad contra “el lucro” en la educación. Y sobre esa cabecera de playa, se ha impuesto una reforma tributaria (se eliminan las exoneraciones por reinversión de utilidades) y hoy se avanza a una reforma laboral para fomentar “las negociaciones colectivas”, y hasta existe una “movilización por una Nueva Carta Política”. Los resultados eran previsibles: la economía mapocha se desacelera, la inversión privada cae y los pronósticos señalan que la economía solo crecerá 1.5% en el 2016. De pronto, la desaceleración presenta a Chile muy cerca del estancamiento de Venezuela y de Brasil.

Permitir una zona negra en la economía de mercado, pues, tiene consecuencias. La lucha contra “el lucro” en la educación puede terminar costándole caro a Chile. De allí la importancia de debatir y reflexionar sobre los criterios estatistas con los que Saavedra pretende implementar una reforma.

En el Ministerio de Educación (Minedu) se considera que el sector privado solo está para resolver los déficits de infraestructura mediante obras por impuestos y asociaciones público privadas. Para nada más. Semejante apuesta no considera que la educación del futuro tiene que engancharse con la IV Revolución Industrial, y que es casi imposible plantearse ese objetivo al margen de los impulsos innovadores que provienen del sector privado y de la sociedad. Facebook, Microsoft y Singularity University son ejemplos del empuje innovador del sector privado.

Pero eso no es todo. El desarrollo trae la paradoja del aumento de la longevidad y la disminución de la natalidad. En otras palabras, en el futuro siempre existirán más viejos que trabajadores activos; y las contribuciones no alcanzarán al Estado para atender los servicios de pensiones, salud y educación. Por ese motivo, en la mayoría de los estados de bienestar de Occidente hoy se busca diversificar la oferta de estos servicios con el aporte del sector privado y la sociedad. En el Perú, por el contrario, se busca recentralizar todo en el Estado.

En los noventa se permitió el ingreso del sector privado en la educación y se logró diversificar la oferta de servicios. Surgieron buenas y malas universidades privadas, como hay buenos y malos claustros estatales y asociativos. La explicación: Se descuidó la acreditación de las carreras y de las universidades. Sin embargo, justo cuando se habían movilizado más de 3,000 comités de calidad en colegios, institutos y universidades —siguiendo los estándares del Sistema Nacional de Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa (SINEACE)—, el Minedu lanzó su reforma universitaria. intentando bloquear estos procesos. ¿Por qué? ¿En realidad no estamos observando el primer movimiento nacional procalidad académica? En realidad la respuesta es simple: el Minedu quiere ser la única instancia de acreditación. No le interesa un sistema de acreditación independiente del Estado, tal como sucede en los mejores sistemas educativos del mundo.

Y sucede que la mayoría de los comités de calidad provienen del esfuerzo del sector privado, que considera a la calidad el principal atributo de su oferta. Más claro no cantan los gallos.

 
  • 30 de junio del 2016

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