Debate sobre universidad y tributación

La “reforma Saavedra” de la educación superior, a entender de este portal, tuvo un sesgo estatista que, para prosperar. se propuso demonizar a la inversión privada en el sector. De pronto, las universidades privadas o societarias eran las responsables del fracaso de la universidad peruana, mientras que el Estado era una simple víctima. Cualquier peruano de buena voluntad entiende que si la educación está dónde está solo refleja el fracaso del Estado republicano en la educación. ¿O no?

En los noventa el Estado estaba quebrado. Ante esta situación, el Banco Mundial y los organismos multilaterales propusieron la inversión privada en educación como alternativa para seguir atendiendo servicios y se promulgó el Decreto Legislativo 882, que posibilitó el aporte privado. Antes de ese decreto, dos tercios de la matrícula universitaria eran atendidos por el Estado. Las universidades públicas eran para los pobres y las asociativas (Católica, Pacífico) para los ricos. Después de dos décadas del mencionado decreto, dos tercios de la matrícula son atendidos por las universidades privadas y hoy las pensiones de los claustros privados y asociativos son accesibles para las clases medias por la intensa competencia que existe.

Si bien el Estado salvó su responsabilidad en la universidad, con el aporte privado se generaron muchos problemas: el pasado sistema de la Asamblea Nacional de Rectores no promovió la acreditación de los claustros y surgieron malas universidades. Sin embargo las deficiencias no pueden anular el hecho histórico: el sector privado salvó la responsabilidad del Estado en la ampliación de la cobertura universitaria. Allí estamos, y claro que se necesitan medidas urgentes, sobre todo vinculadas a la acreditación.

Sin embargo, la reforma Saavedra se propuso eliminar al sector privado con una feroz campaña de demonización y desinformación. Y semejante campaña se cruzó con la sostenida caída de la recaudación tributaria por la ausencia de una reforma tributaria integral. En este contexto, diversos sectores del Estado se han propuesto eliminar el crédito tributario del que gozan las universidades privadas de acuerdo a la Constitución y la ley, en caso de reinvertir las utilidades en el desarrollo de la infraestructura y la vida académica. El argumento: las universidades de lucro han aumentado el forado fiscal con millones de exoneraciones.

Antes una cuestión: las universidades públicas y asociativas (Católica y Garcilaso, por ejemplo) tampoco pagan impuestos. Es decir están exonerados de tributar. En el caso de las asociativas, ¿por qué? ¿Por qué no hay lucro? Cuando no había competencia del sector privado, las pensiones de las universidades asociativas solo eran accesibles a los sectores más altos de la sociedad. Existía un tipo de educación que solo perpetuaba la estratificación social. Hoy eso ha cambiado por la legítima competencia de claustros como la UPC, la USIL, la Científica del Sur, Esan y Continental. Es decir, por la competencia de universidades privadas de alta calidad y que empiezan a despuntar en los rankings internacionales.

Algo más. La exoneración tributaria de la que gozan las universidades y el crédito tributario de las privadas es absolutamente constitucional. El artículo 19 de la Carta del 1993 establece que : “Las universidades, institutos superiores y demás centros educativos constituidos conforme a la legislación en la materia gozan de inafectación en todo impuesto directo e indirecto que afecte los bienes, actividades y servicios propios de su finalidad educativa y cultural”. La Ley Universitaria (Ley N° 33220, de julio del 2014) señala que las utilidades de las universidades privadas se sujetan al impuesto a la renta, salvo que se reinviertan dichas utilidades en el desarrollo del claustro. En otras palabras, el mismo régimen para todos los modelos de universidad en el Perú.

Si se elimina el crédito tributario por reinversión de utilidades en los claustros, del que gozan las universidades societarias, entonces el Perú volverá al sistema universitario previo a los noventa, en el que existía una universidad para pobres y otra para ricos. El motivo: el crédito por reinversión de utilidades es una de las claves para el surgimiento de los claustros privados de calidad.