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Izquierda desata intensa campaña contra Vexler
La izquierda ha reaccionado con virulencia frente a la designación de Idel Vexler como ministro de Educación, negándole idoneidad para continuar con la reforma meritocrática de la escuela pública en el Perú. Semejantes argumentos se presentan no obstante que el mencionado educador ha sido viceministro del sector durante quince años, sobre todo en la época en que el ex ministro de Educación José Antonio Chang logró quebrar el espinazo sindical del SUTEP e instaurar la carrera meritocrática en la escuela nacional, después de décadas de control izquierdista del magisterio.
¿Por qué la izquierda reacciona de esa manera? Porque Vexler, de una u otra manera, fue crítico del control absoluto que asumió la izquierda en el Ministerio de Educación (Minedu) durante el Gobierno nacionalista. Semejante control puede ser una de las explicaciones de que la oposición legislativa haya extremado la fiscalización del sector Educación. En otras palabras, a la base de la sensibilidad en el tema educativo existe una clara disputa ideológica sobre qué tipo de escuela debe promover el Estado.
Por ejemplo, más allá de los méritos intelectuales de pensadores de izquierda como Carlos Iván Degregori o Alberto Flores Galindo, a muchos le puede parecer arbitrario intentar equipararlos en los textos escolares con Jorge Basadre o Víctor Andrés Belaunde. Igualmente a algunos le puede parecer demasiado que en los libros de la escuela estatal se sostenga que Juan Velasco Alvarado fue “un militar con gran sensibilidad social” y que Alberto Fujimori fue un “simple violador de derechos humanos”, o que el informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación se convierta en una especie de verdad oficial, defendida y promovida por el Estado.
Detrás de los temas educativos, pues, hay una intensa disputa ideológica. Pero también existe el simple interés material de las ONG, entidades y universidades vinculadas a la izquierda, que han convertido al Ministerio de Educación en su principal fuente de financiamiento, a través de consultorías de cuestionada eficacia.
En este contexto, el nombramiento de Vexler echa agua fresca al intenso candelero en que se ha convertido el sector Educación y que, en términos reduccionistas, también podría explicar el choque de poderes que dibuja interrogantes sobre nuestra gobernabilidad. La reacción destemplada de la izquierda contra Vexler parece decirnos que no importa la gobernabilidad con tal de mantener mis espacios de poder.
El nuevo titular de Educación es acusado injustamente de oponerse a la reforma meritocrática por haber criticado la gestión de Jaime Saavedra, que fue endiosada de manera incomprensible por la mayoría de la prensa. Desde este portal hemos sostenido que durante la conducción de Saavedra en el Minedu se priorizó la confrontación con el sector privado en la educación y los temas ideológicos de género, mientras se abandonaba las políticas meritocráticas implementadas en las administraciones anteriores. Ejemplos: con Chang se incorporaron 60,000 profesores a la nueva carrera pública magisterial, mientras que solo 8,000 con Saavedra. Con Chang solo se contrató a 15,000 profesores, en tanto con Saavedra esta cifra superó los 160,000. Con Chang se capacitó a cerca de 170,000 maestros para acceder a la carrera meritocrática, pero con Saavedra se abandonaron estas políticas. ¿No se justificaba entonces criticar a Saavedra?
En cualquier caso, más allá de las mezquindades y miserias de la izquierda, es incuestionable que el Perú necesita un acuerdo nacional por la educación para superar la polarización que comienza a comprometer la gobernabilidad. Un Estado democrático debe promover una educación aceptada por todos los sectores que construyen la sociedad abierta. Así ha sucedido en todas las democracias consolidadas, excepto en los regímenes dictatoriales y autoritarios, en los que un sector ideológico instrumentaliza a su favor la escuela pública.
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