El relevo de José Salardi del Ministerio de Econom&iacu...
En el 2018 el Perú crecerá cerca del 3.8% del PBI por debajo del promedio mundial de crecimiento, que está en 3.9%. Según el Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IEDEP) de la CCL, en el quinquenio 2014-2018 el Perú creció 3.5% en promedio, una expansión también por debajo del PBI potencial (en 4%), mientras que la economía mundial —en el mismo periodo— creció en 3.6% en promedio. ¿Qué significan semejantes datos? Que la economía que era considerada uno de los milagros de América Latina hoy ha vuelto a los crecimientos ralentizados que caracterizan a las sociedades subdesarrolladas. Devastador.
Pero eso no es todo. El promedio del crecimiento quinquenal del Perú no permite seguir reduciendo pobreza como en el quinquenio previo, con un crecimiento promedio de 6%, y un vertiginoso proceso de reducción de este flagelo social. Para reducir pobreza, el país necesita expandirse por encima del 3.5% para absorber la demanda de los 300,000 jóvenes que se incorporan anualmente a la economía.
Según César Peñaranda, director ejecutivo del IEDEP de la CCL, las cosas se complican para la economía nacional por diversos factores. Por ejemplo, señala que el entorno internacional no seguirá siendo favorable: expansión China a la baja, las complicaciones de Europa y el Brexit, entre otros. Asimismo Peñaranda señala que la economía crecerá 3.8% en el 2018 y que el próximo año llegaremos al 3.7%. Igualmente afirma que este año la inversión pública apenas crecerá 7% (efecto rebote), pero el 2019 solo aumentará en 3.8%, sobre todo considerando que los tres niveles de gobierno apenas ejecutan el 70% de la inversión pública proyectada y que asumirán nuevas autoridades locales y regionales sin experiencia en gestión.
En este escenario la inversión privada sigue sacando la cara por la economía. Este año creció en 5.1% por un efecto estadístico (cuatro años de caída y estancamiento). Sin embargo el 2019 la inversión privada se expandirá en alrededor de 6% por los emprendimientos de Mina Justa, Quellaveco, ampliación de Toromocho, inicios de la ampliación del Jorge Chávez, entre otros. Peñaranda menciona otro elemento fundamental para explicar el crecimiento: la expansión del consumo interno que explica el 65% del PBI.
Si alguien se conforma no quiere al Perú ni le interesan los pobres. El país podría crecer por encima del 5% con políticas diferentes. Los resultados y proyecciones a la baja están directamente vinculados a las tensiones Ejecutivo-Legislativo, la judicialización de la política y las incertidumbres desatadas por la administración Vizcarra.
De otro lado, el Gabinete Villanueva —sobre todo antes de la renuncia de Christian Sánchez al sector Trabajo— ha afectado de gravedad el clima de inversión: renuncia a la reforma laboral, renuncia a ampliar la ley de Promoción Agraria, la propuesta de aumentar las contribuciones de las empresas a Essalud, la norma que faculta a la autoridad tributaria a embargar los bienes del responsable legal de una empresa ante la sola sospecha de elusión. Si le agregamos la caída en todos los rankings mundiales de productividad y competitividad las cosas se aclaran. El crecimiento del Perú por debajo del promedio mundial, pues, tienen explicaciones políticas e institucionales.
Pero no solo se afecta el clima de inversión. Es evidente que, en una democracia en permanente tensión política, no se puede discutir las reformas urgentes que necesita un país para relanzar el crecimiento y seguir reduciendo pobreza (hoy los resultados del referéndum alegran a las muchedumbres, pero los especialistas y los académicos alertan sobre los terribles retrocesos institucionales). El Ejecutivo, más allá de los juegos de artificios del Cade, no parece interesado en reformar la legislación laboral, en abordar la urgente simplificación y unificación de los sistemas tributarios, en la reforma de la educación y de la salud para desarrollar un capital humano capaz de enfrentar los retos de la innovación. Ni qué decir de los problemas acumulados en infraestructuras que ahogan el crecimiento y diversificación de los mercados. Algo más. En el Perú sigue pendiente la reforma del sistema de justicia y la reforma del sistema político por la sencilla razón de que el momento singular del referéndum fue desperdiciado por una estrategia a favor de la polarización.
Como se aprecia, termina otro año sin reformas. Se acaba el tiempo y el escenario empieza a favorecer a las propuestas antisistema.
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