El relevo de José Salardi del Ministerio de Econom&iacu...
Mientras el presidente Vizcarra sigue empeñado en armar guerritas artificiales con un Legislativo sin iniciativa, los problemas de gobernabilidad se acumulan. Entre esos problemas están los relacionados con la minería; uno de ellos, el que tiene que ver con la posibilidad de explotar el litio.
Los productores de litio en el mundo han comenzado a señalar que en un lapso de 15 o 20 años la producción de baterías de litio alcanzará su pico más alto. El motivo: la demanda de los mercados mundiales, sobre todo el europeo y chino, que exigen más vehículos eléctricos en sus pistas y carreteras, y en el menor plazo posible.
Sin embargo, los fabricantes de autos eléctricos están entrampados, debido a la producción de baterías de litio. Según Jiangxi Ganfeng Lithium, uno de los más importantes productores de litio en el mundo, la demanda de litio es mayor que la oferta. No obstante que, desde el 2010, la producción de litio en el mundo se ha elevado, las reservas conocidas —de unos 16 millones de toneladas— no son suficientes para cubrir el parque automotor que se desea renovar con autos eléctricos.
En 14 años esas reservas se acabarán, pues en ese lapso se proyecta fabricar 500 millones de vehículos eléctricos, lo que representa el 38% del parque automotor mundial, de aproximadamente 1,300 millones de vehículos. En este contexto, la demanda aumentará el precio del litio, nuevas tecnologías surgirán para mejorar la calidad de las baterías y se buscarán más prospecciones mineras en el mundo. Vale señalar que el precio internacional de litio ha pasado de US$ 4,000 la tonelada en 2011 a US$ 14,000 la tonelada en 2017.
Por estas razones, alemanes, chinos y rusos invierten, desde hace varios años, en los yacimientos de litio de Bolivia y Chile. No solo en la extracción del mineral, sino también en tecnologías para mejorar la capacidad, la vida útil y las características físicas de los acumuladores. Asimismo, están interesados en instalar plantas de fabricación de baterías y de autos eléctricos. Es el caso de Bolivia: en Potosí, Oruro y La Paz se están instalando plantas para fabricar baterías de litio y otras fuentes de energía relacionadas, entre ellas las láminas de cobre. Es más, Evo Morales anunció la construcción de una planta industrial de litio en China, con capitales bolivianos. Mientras todo esto ocurre, ¿qué esfuerzos hace el Ejecutivo de Martín Vizcarra para sacar adelante el proyecto Fachani en Puno?
Perú no puede seguir siendo el mendigo sentado en bancos de oro, cobre y litio. La izquierda antiperuana planea una huelga nacional para junio próximo en contra de las actividades mineras en el sur con la mentira de una supuesta contaminación ambiental y desacuerdos con las empresas mineras. Cuando lo cierto es que, por cuestiones ideológicas y económicas soterradas, los antimineros pretenden detener la producción de cobre y de paso bloquear el proyecto de litio de Macusani.
Si fuera una cuestión ambiental, debería suceder todo lo contrario. Las ONG del ambientalismo ecológico debieron haber sido las primeras en festejar el descubrimiento del yacimiento de Puno. Los acumuladores con litio son los mejores aliados de las nuevas tecnologías amigables con el medio ambiente. Increíblemente los sectores antisistema bloquean las inversiones en litio.
La izquierda antiperuana señala que no existe un marco normativo para explotar, tratar y comercializar minerales radiactivos vinculados al litio. Falso: sí existe una legislación promulgada en la primera administración militar. Seguro que necesita actualizarse, pero existe. Asimismo, se argumenta que Macusani es zona de frontera y que existirían reservas naturales protegidas cerca a los yacimientos descubiertos. Es decir, cualquier argumentación vale para detener el proceso de reducción de pobreza y desempleo.
A diferencia de Evo Morales, el ingeniero Martín Vizcarra —en sus constantes declaraciones públicas de corte político— no parece estar interesado en, por ejemplo, el proyecto Tía María (Arequipa) y Michiquillay (Cajamarca). Y no dice nada sobre los 4.7 millones de toneladas de carbonato de litio encontrados en Puno. Como si en el Perú gobernara el extremismo antiminero, Vizcarra se pone de perfil para preservar su declinante popularidad.
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