Algunos días después de la APEC, poco a poco, el Per&uac...
El manejo autónomo del Banco Central de Reserva del Perú (BCR) de la política monetaria ha convertido al sol peruano en una de las diez monedas más fuertes del mundo; es decir, en una de las monedas que menos se ha devaluado frente al dólar americano. En ese sentido, una de las mayores virtudes del régimen económico de la Constitución Política de 1993 es el establecimiento de la autonomía constitucional del BCR. De allí que esta institución haya permanecido ajena a la crisis política y la erosión institucional que han desatado las izquierdas y el progresismo en el Estado peruano en las últimas dos décadas. En la actualidad, por ejemplo, ni el Ejecutivo ni el Congreso, han podido, como se dice, meter la mano en la gestión del BCR.
Los resultados están al primer golpe de vista: desde el año 2000 hasta junio del 2024 el sol peruano, con respecto al dólar americano, se ha devaluado en 9%. En el mismo periodo de 23 años la devaluación del yen japonés con respecto al dólar fue de 56%, del peso chileno 78%, del peso mexicano 91% y del peso colombiano 121%. De allí que la moneda peruana hoy se considere una de las diez monedas más duras del planeta y las reservas internacionales peruanos sumen más de US$ 74,000 millones.
Si vemos la situación del sol peruano frente a otras áreas de la economía en las que el Ejecutivo y el Congreso tienen directa injerencia los resultados son devastadores. Por ejemplo, el déficit fiscal, una de las joyas de la corona de nuestro modelo económico hasta el 2019, está absolutamente fuera de control por el aumento del gasto corriente, la sanción de leyes que crean plazas laborales sin estar presupuestadas y la multiplicación de las exoneraciones. El 2023 el déficit proyectado por el Ejecutivo fue de 2.4%, pero se llegó al 2.8% del PBI. Para el 2024 se proyecta un déficit de 2.8%, pero hasta julio de este año el déficit acumulaba 4%. Es decir, todas las proyecciones han volado por los aires. El BCR acaba de proyectar que el déficit a fin de año llegará al 3.3% del PBI.
La gestión impecable del BCR de la política monetaria –que ha preservado el sol peruano, que ha controlado impecablemente la inflación y que ha incrementado nuestras reservas internacionales a niveles que sorprenden al mundo (alrededor de un 30% del PBI)– debería convertirse en ejemplo para la reforma del Estado que, inevitablemente, tendremos que desarrollar en el próximo gobierno. Y el ejemplo parece resumirse en meritocracia más meritocracia.
Tal como lo ha señalado Julio Velarde, presidente del BCR, la clave del éxito del banco central nacional está en su autonomía constitucional en el manejo de la política monetaria, pero también en su rígida e impenetrable meritocracia. Al BCR llegan los mejores de los mejores, y punto. Imaginar un sistema estatal que replique los aciertos del BCR en el manejo del sistema de salud y del sistema educativo debería ser un sueño al que los peruanos de buena voluntad nunca debemos renunciar.
Por otro lado, el BCR en comparación con el desastre que representa Petroperú y el desmanejo del déficit fiscal debe servir para recordarnos que las reformas incompletas de una economía y una sociedad siempre enfrentarán la amenaza de la involución, del inevitable camino hacia el pasado.
Asimismo, el éxito del BCR debe recordarnos que las reformas económicas de los noventa representan un cambio de época en la historia del Perú, en el crecimiento del PBI que se multiplicó por cuatro y en la reducción de pobreza del 60% de la población a 20% antes de la pandemia y del gobierno de Pedro Castillo. Es decir, del mayor momento de inclusión económica y social en la historia del país.
COMENTARIOS